Aniquilador de adicciones


Universo Deportivo / EL UNIVERSAL

Nunca olvidará aquella fiesta en un departamento de Tlatelolco. Ahí fue cuando probó por primera vez la cocaína y el comienzo de sus años de excesos. Carlos Zárate empezaba su retiro. Había colgado los guantes definitivamente y deseaba descansar de una vida dedicada al boxeo.

“La cosa es que después de que me retiré, yo tenía muchas ganas de descansar, de olvidarme de los problemas. Seguía mi vida muy placentera, pero todo eso era mentira. La verdad es que me servía mis tragos. Luego ya no eran tragos, sino botellas con amigos. ‘Amigos’ se puede decir, porque al final te inducen. Así fue que empecé a tomar más y más…”, relata Zárate, en entrevista con EL UNIVERSAL.

El “Cañas” fue campeón gallo por el Consejo Mundial de Boxeo (CMB) en la década de los 70. Sus puños eran tan letales como lo refleja su marca de 63 nocauts de las 66 victorias que logró en 70 combates profesionales. Le peleó a lo mejor de la división y se convirtió en una leyenda del boxeo azteca. Pero la fama y el dinero son “canijos”, admite el propio campeón.

“El dinero provoca ambición. Si lo tomas mal, es muy fácil que te vayas por un camino equivocado. Y más para los que no tuvimos estudios y que vivimos en las calles desde pequeños”,comparte.

Zárate Serna se retiró en 1979. Pero la cosquillita de volver a ser campeón del mundo lo regresó a los encordados siete años después y tras 12 combates ya estaba disputando el título mundial de nuevo, que finalmente no se le dio, ni ante el australiano Jeff Fenech, ni ante su connacional Daniel Zaragoza.

Luego vino el adiós definitivo y sus años más oscuros


“Un día que me encuentro a un amigo. Me dijo que era su cumpleaños, me invitó a su departamento. Ahí me invitaron a que me diera un ‘pase’ de coca, diciéndome que me iba a sentir mejor y que así iba a aguantar más. Yo me lo eché y fue como las Sabritas, ya no pude comer sólo una. Estuve entrándole fuerte”, reconoce con una voz tranquila.

“Entré en una adicción por la que ya no quería estar en mi casa, ni tener compromisos. Voló la mente para otro rumbo”, admite.

Pero tras pisar fondo, como muchas veces lo hizo a lo largo de su carrera, se levantó. Se metió a rehabilitación y superó una época de 15 años hundido en adicciones.

“Muchas veces pensé que ese era mi destino. Pero también gracias a que tomé ese mal camino, es que me encontré con Dios. Ahora disfruto la vida placenteramente, todo lo hago de una buena manera. Agradezco la atención, cariño y apoyo que me dieron personas como don José Sulaimán [ex presidente del CMB.]”, rememora el “Cañas”.

Cuando acababa de salir de su rehabilitación, su hijo Carlos Jr. le comunicó que quería ser boxeador. Lo empezó a entrenar y esa sensación de compartir sus enseñanzas lo motivó a continuar esa línea. Pero reitera que al principio no fue fácil.

“El que sale de los vicios, no te creas que sale limpio. No, no, no. Yo tuve un infarto, estoy operado. Afortunadamente, no sé qué ha pasado, otro milagro para mí, pero no me siento mal de nada. Estoy a todo dar, tranquilo y ni siquiera se nota mi cicatriz de la operación”, presume.

Hoy comparte sus conocimientos boxísticos con docenas de jóvenes a los que entrena en el deportivo del Sistema de Transporte Colectivo del Metro, en la Ramos Millán. Incluso, ahora está a cargo de todo el programa de boxeo en esta institución.

“Platico mucho con los muchachos, de cómo viven en sus casas, de cómo se portan y les digo cómo debe ser un boxeador. En fin, se los está diciendo un campeón. Les platico todo lo que sufrí y también lo que gocé. Los impulso a que le echen muchas ganas”, dice.

Carlos también da charlas motivacionales en las cuales comparte su vida dentro y fuera de los encordados. Incluso escribió un libro sobre su vida.

“He ido a varias universidades e instituciones a dar pláticas sobre mi caso. Me ha gustado. Sobre todo, porque vendo mis libros [risas]. Mi autobiografía está siendo aceptada porque en un año llevo cuatro mil copias vendidas y me siguen pidiendo más”, comenta con orgullo Zárate, el campeón que venció a su fatídico destino.

Sin favorito para Canelo vs Chávez


El ex campeón mundial Carlos Zárate afirma que para la pelea entre Saúl “Canelo” Álvarez y Julio César Chávez Jr. no hay favorito. “La moneda está en el aire”.

“Veo que es más fácil subir que bajar de peso. Julio tiene que bajar unos cuantos kilos que le van a costar mucho trabajo. Ahora, el ‘Canelo’ va a subir más lento, pero va a estar más fuerte. La moneda está en el aire en esa pelea”, analiza “Cañas” Zárate.

El combate entre mexicanos está pactada para el 6 de mayo, en sede por confirmar, y tendrá un peso pactado de 164.5 libras. Unos cuantos kilos menos para el ‘Hijo de la Leyenda’, y cerca de 10 libras más para el boxeador tapatío.

Al tomar en cuenta esta situación y lo mostrado en sus últimas peleas, Zárate cree que un buen combate se puede dar si ambos están dispuestos al intercambio de golpes en la corta distancia.

“Si se deciden los dos a pelear, va a ser una buena pelea. Pero si no, como siempre, uno sentirá el golpe y se echará para atrás. El ‘Canelo’ tiene eso, que cuando lo han conectado ya no le entra igual. Ya va sólo a la distancia. Chávez, en tanto, tiene otro defecto, que ya los tiene para noquearlos y no lo hace. Desespera”, apunta.
Zárate también cree que esta pelea se destacará por lo comercial que se volverá y que será la que más ganancias deje, entre mexicanos, en la historia del pugilismo.

“Yo no le voy en especial a ninguno. Sé lo que es subirse al ring y por eso cualquier boxeador tiene mi respeto, porque hay que tenerlos bien puestos para subirse a un ring”, argumenta.

El integrante al Salón de la Fama Internacional de Canastota, al que ingresó en 1994, tuvo varios combates memorables contra connacionales a lo largo de su carrera. Tales fueron los casos de sus choques contra Guadalupe Pintor, Daniel Zaragoza, Alfonso Zamora, Rodolfo Martínez, Jorge Torres, entre otros más.

SUS COMBATES MÁS MEMORABLES


Fueron ante Alfonso Zamora, Lupe Pintor y Paul Ferreri.

El combate más duro de su vida

Carlos Zárate aún recuerda como si fuera ayer su combate ante el australiano Paul Ferreri.


“A Ferreri le gané hasta el round 12. Gracias a Dios que el réferi detuvo la pelea, porque yo ya no quería saber nada. Aunque yo iba ganando, no se caía y yo ya me estaba muriendo de cansancio”, recuerda el “Cañas” Zárate.

Este combate se realizó en 1976, en el Forum de Inglewood, California, en lo que fue su primer defensa de su título gallo del Consejo Mundial de Boxeo.

Carlos mostró un gusto por las peleas desde muy pequeño, cuando vivía en Tepito.

“Me divertía mucho peleándome. Nunca tuve miedo de enfrentarme a alguien. En la escuela me buscaban para pelearme y yo les respondía ‘¡órale!’, y ya estaba pensando que fuera la hora de la salida para darnos”, recuerda.

Fue alumno del “Cuyo” Hernández, con quien llegaba a entrenar por las tardes después de hacer sesiones de trabajo físico por las mañanas con su hermano Jorge.

Ya en el gimnasio, disfrutaba los rounds de sparring que lo fueron curtiendo para su debut en 1970.

A lo largo de sus 70 combates como profesional tuvo algunos complicados y también decisiones que no le gustaron.

“Yo quedé desmoralizado por la situación que sucedió ante el australiano Jeff Fenech [en 1987], a quien yo había cortado y pararon la pelea, y le dieron la decisión a él. Me quedé con una mala sensación hacia el boxeo porque sentí que me habían vuelto a robar, como fue el combate ante Lupe Pintor [1979]. Todavía ante Pintor fue más cerrada y cualquiera pudo haber ganado, pero no sentí que siquiera él mereciera un empate. Eso para mí está cerrado”, dice.

También recuerda con frescura sus grandes victorias. Como el día en que alcanzó el título mundial ante su compatriota Rodolfo Martínez (1976) o cuando venció a Alfonso Zamora (1977), quien ya era campeón mundial y medallista olímpico por México.

“Zamora fue un rival duro, pero cortito, porque le gané en el cuarto round. Yo ya estaba en madurez para esa pelea. Ahí se dieron varios sucesos muy curiosos. Primero se subió un karateca queriéndonos retar. Luego, el ‘Cuyo’Hernández se puso a pelear con el papá. Era ya un cotorreo”, recuerda entre risas la leyenda viviente del boxeo mexicano.