Preloader image
volver Volver

Terremotos en México

Relatado por: Gabriela

Nací en 1979, por lo tanto viví los dos sismos aquí en la CDMX, recuerdo ambos momentos con absoluto terror. La diferencia es que a los seis años no tuve conciencia de la magnitud de la tragedia, solo recuerdo el gran terremoto interminable y mi madre angustiada tratando de protegerme, la réplica del día siguiente y el largo mes sin agua potable.

Sin embargo en el terremoto del año pasado pude ver a mi ciudad derrumbada y paradójicamente muy grande y de pie. Era la una y catorce minutos y estaba en la ducha a punto de salir a trabajar, vivo en el cuarto piso de un condominio recién construido. Mi esposo preparaba la comida y solo escuché decir 'amor, esta temblando, prepárate'. No sabía que sus palabras fueron la antesala a todo lo que iba a ocurrir. Empezó fuerte y luego todo se tornó una pesadilla: se sentía como si el pequeño edificio estuviera sobre un brincolín. Nos abrazamos, rezamos, la copa del árbol que está afuera se movía de una forma violenta y la gente gritaba en la calle. Solo acerté a decir mientras temblaba "Dios ¿qué le hemos hecho al planeta?" quizá es tonto, pero esa idea pasó rápidamente por mi mente. Pensé que el condominio se derrumbaría hacia adelante y solo agradecí a la vida poder morir junto a la persona que más he amado en mi vida: a mi esposo. Cuando todo dejó de moverse nos cambiamos de ropa inmediatamente, intentamos comer porque sí pensaba ir al trabajo pero cuando escuchamos en el radio del celular que una escuela primaria se había derrumbado con niños pequeños dentro ya no pudimos más, empecé a llorar por la emoción y la frustración contenida. Más y más reportes de derrumbes, de gente atrapada. Salimos a ver a nuestras madres y vimos bardas caídas, las estaciones de metro cerradas, gente caminando desesperada. Un trayecto en el auto de diez minutos se convirtió en uno de cuarenta minutos. El agua de por si escasa en Iztapalapa se convirtió en casi oro, incluso había reportes de gente armada que secuestraba a las pipas. Mi esposo estaba desempleado y con nuestros pocos recursos llevábamos despensa para las personas que lo necesitaban. Esa noche fue de terror esperando una réplica que afortunadamente nunca llegó.

Hoy día me conmueven los videos donde la ciudad estuvo de rodillas pero se levantó como siempre por nosotros los ciudadanos anónimos, comunes, de a pie como dicen. De todo eso me quedo con una frase que leí en twitter por aquellos días oscuros: “Sé amable con el de al lado, quizá esa persona no dude en sacarte de los escombros algún día".