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El polvo en la ciudad

Relatado por: Adriana Serrano Morales

E L POLVO EN LA CIUDAD. (La vida los 19´s de Septiembre) Ese 2 de Septiembre del 2017, recostada en mi habitación, veía videos del 19 de septiembre del 85 y pensaba,, ha pasado ya tanto tiempo y aún me duele ver esas escenas; siempre les comento a los que no habían vivido un temblor así, que no entenderán lo que eso significa hasta que lo experimentan..y si.. llego el día que les tocó vivirlo. Para ellos, las generaciones nuevas, solo de oídas conocían de esto y, que seguramente pensaban que uno era exagerado ( los entiendo). Así lo pensaba yo , remontándome años atrás, antes del 85, con la anécdota de mi mamá, cuando Doña Félix contaba , lo que fue la caída del Angel de la Independencia en el 57, ella narraba como había pasado y sus recuerdos, siempre pensé que ponía algo de emoción y narrativa a esta historia, que años más adelante, como a los jóvenes de ahora, me toco vivir en mi ciudad.

Ese 19 de septiembre el 85, a mis 14 años, era día de inscripción a una escuela para prepararme como técnica en sistemas, ubicada en San Antonio Abad y había que llegar. Mamá es de la idea que nada debe impedir cumplir con los compromisos que uno tiene. Así que un temblor no nos iba a detener... Cuando empezó el primer jalón del movimiento, me estaba peinando, con el único peinado que hasta la fecha se hacer rápido, una cola de caballo, al sentir que el equilibrio se perdía, corrí a una de las ventana que teníamos, estaba yo en la planta alta de la casa y vi atónita, como dos edificios frente a la casa de mis papas se movían, pareciendo que chocaban el uno con el otro en esa breve separación, que en ese momento era a mis ojos inmensa. Vi como un "vocho" se paro y empezó a mecerse, con mi insipiente sentido de seguridad, baje para cerrar paso de gas y la luz, misma que nos falto por más de una semana. pero en ese momento pensé debía servir de algo.

En ese camino hacia los medidores de luz y gas, me acompaño el rechinido de paredes, (crujían realmente) y las puertas se mecían, la pileta del agua estaba llena y oía como chocaba, las lámparas colgantes no paraban de moverse con ímpetu y los pasos se tornaban torpes. Recuerdo que mi papá se estaba bañando y salió ! a la calle con la toalla. Nosotras, mis hermanas y mi hermano, al sentirlo más fuerte, solo atinamos a colocarnos debajo del marco de una puerta, agarrados de la cintura de mamá, que solo atinaba a decir "tranquilas mis hijas ya pasara", fueron segundos eternos... y entre el giro y brinco de la tierra, por fin termino. Salí a la calle para ver que había pasado y solo una barda pequeña de una vecina había caído, las banquetas se levantaron, no entendía como podrían haber formado un a "v" invertida... la luz se fue y el teléfono dejo de funcionar, pero mamá estaba resuelta a llevarme a mi inscripción, no podía quedarme sin estudios ese año. Salimos en una camioneta American color hueso, que en ese año teníamos, donde el radio del carro se convirtió en el compañero del recorrido y fue por él que empezamos a saber la magnitud.

Salimos rumbo a San Antonio Abad, llegando a Tlalpan a la altura del metro Taxqueña, recuerdo ver a mi izquierda, lo que era un edificio, ya no estaba... me esforzaba en pensar que era.. tanto tiempo pasando por ahí y no recordaba que era un hotel, el trayecto que suele ser rápido de estación a estación , y se realiza en minutos. ese día nos consumió mas de 45 min. (de Taxqueña a General Anaya), y la voz de Zabludovsky nos fue contando la triste realidad. Mientras en el camino a lo lejos se veía polvo, mucho polvo, la mente no lo asimilaba, de donde salía tanto polvo. Dejamos el carro en algún lado, y caminamos, alguien nos dio un raite a lo que debía ser mi escuela, que en azul con blanco la vi solo de lejos, pues tenía un pedazo de edificio partido sobre de sí, entendí de golpe porque tanto polvo. (después supe que muchos edificios con trabajadoras de la costura de esa zona había caído). Mamá dijo con voz entre cortada mi papá... mi hermana Carmela... y nos encam! inamos para ir en pos de ellos.

El abuelo vivía en José T. Cuellar, recuerdo caminar, ese día camine mucho, llegamos donde él y afortunadamente todo en lo material estaba bien. Luego, caminar rumbo a Ferrocarril de Cintura y solo veía en el camino rostros sorprendidos (con el tiempo puedo decir que eran impávidos, con desasosiego, ojos grandes, sorprendidos y voces desesperadas que no daban crédito)... pero caminamos.. La Tía Carmela. vivía en ese tiempo en una casa hermosa para mi, de esas coloniales, con tapanco y balcones en un primer nivel, era en una esquina su casa. Recuerdo que mis papas, siempre caminaron rápido, pero ese día, era como volar... la cara que yo veía en ellos era de esas que piden al cielo que todo esté bien. Llegamos y vimos el edifico en pie, entramos y las escena era de desorden, todo lo que debía estar colgado, se encontraba tirado, cuadros, fotos, inclusive la vitrina... lo único que permanecía colgado, era un cuadro de la Virgen de Guadalupe. (que mi tía amo con más razón), no podía creer lo que veía, las paredes se abrieron, podía ver claramente de un cuarto a otro sin problema.. y así polvo en todos lados.

Los adultos nos mandaron a mi prima Lulú y a mi, que saliéramos. que esperáramos abajo, en la calle , lejos de las paredes y así lo hicimos... y ahí, fue la primera vez en mi vida que vi un muerto.... las casitas de enfrente, cruzando la avenida, sobre S! an Antonio Tomatlán,( conocía bien el nombre porque cuadras adelante estaba la que fue mi primaria, una escuela de monjas). ellos, no corrieron con la misma suerte, y ahí estaba, un hombre lleno de polvo gris, como dormido, el pelo tieso, camisa a rayas. Vi gente que se acercaba a tratar de sacar personas o ver en que podía ayudar. yo solo pensaba, porque no lo movían, seguro estaba dormido, porque nadie movía a los que sacaban, a mi entendimiento de esos años, era gente en sueño profundo....y solo mi prima y yo, nos apretábamos la mano, que manteníamos agarrada la una a la otra, cada vez mas fuere. Y ahí empezaron a pasar camillas improvisadas con gente, para mi durmiendo... después de eso no recuerdo como regresamos a casa y no lo pregunte por años... En la noche de ese día, intentaba dormir y la imagen del ese hombre dormido me persiguió por varios, varios días.... todos dormíamos en un solo cuarto, pensaba " si vuelve a temblar, y le pasa algo a la casa. todos estaremos al menos juntos".. El día 20, fue la réplica, la unidad estaba aún sin luz, la gente no tardo en salir al gran estacionamiento y ahí llantos, plegarias, sollozos, miedo.

fue esperar lo peor, porque las psique se había parado un día antes. Los siguientes días, no volvimos a dormir en casa, el miedo de otro movimiento y las fugas de gas subterráneo eran constantes, así que pensaba, si no morimos por el temblor, será por una explosión de gas... esos días fuero largos, era constante escuchar . el grito de "apaguen las velas; hay fuga de gas, apaguen las velas" la colonia quedaba a obscuras, recuerdo que todos los vecinos adultos se organizaron , tomaron sus carros e hicieron un circulo para alumbrar y los más pequeños dormían en los carros, ellos hacían guardia por lo que fuera a pasar.. El fin de semana quería ir a ayudar, pensaba que no podía estar ahí, pero en ese tiempo mamá pensó que éramos menores para ir y ayudar, así que se organizo colecta de víveres y ropa para los que lo necesitaban, eso fue lo que puede hacer... Recuerdo que el sábado, alguien saco su radio negro de pilas y puso la transmisión del festival OTI, donde Eugenia León ganaba con la canción de El Fandango aquí, mucho tiempo pensé que había ganado México por lo que estaba pasando.

En esas entradas esporádica a casa, me recuerdo sentada en el brazo del sillón, abrazaba mis piernas mirando las lámparas, tratando de ver si se movían. y solo escuchaba platicas de lo que pasaba, los muertos no contados, la tristeza de muchos y las historias que empezaban a poder salir de las gargantas... no recuerdo nunca haber llorado, mi asombro no daba para eso, también mis lagrimas estaban pasmadas. Ahora vivo en Villahermosa, ese otro 19 de septiembre, marque al teléfono de casa de mis papas, eran 15 antes de las 11 de la mañana, quería recordarle a mamá, que habría simulacro, que no se fuera a espantar… que era un simulacro... y al poco tiempo, recibo una imagen en mi celular, mi esposo me la envía, y en fracción de segundos, al ver polvo en la ciudad, me dije, esto no está bien, estaba laborando y puse las noticias... no lo podía creer.. no podía.. otra vez polvo en la ciudad. La lejanía hacia más abrumadoras las imágenes mostradas, trataba de ubicar las calles y escuchar que colonias estaban afectadas, pensaba ¿dónde estudian mis sobrinos los adolecentes? y ¿ las pequeñas, como estarán?, ¿se habrán espantado?, ¿Qué de sus escuelas? ellas viven en el sur. Mi papá, ¿le toco en la calle? ¿mi mamá en casa o salió? ¿mis hermanas donde están? mi tía favorita, ¿otra vez le habrá tocado en el metro como en el 85? nadie contestaba ni celular ni teléfono fijo. Mi hermano no contesta, el tiene síndrome Down, ¿estaría solo? ¿se habrá espantado?. Mi mente viajo ese día 19 del 2017 a 1985 y fue hasta días después de asimilar lo visto y las acciones de ayuda de mi familia y sociedad, que puede llorar, por fin llorar, llorar los muertos del 85 y los de ahora, llorar por el miedo contenido, llorar porque mi gente estaba allá, llorar por el polvo en mi ciudad. Adriana Serrano Morales.