La onerosa distribución de subsidios pesqueros alcanzó los 2.5 millones de pesos diarios en el periodo 2008-2015. El mayor porcentaje de ese gasto no fue dirigido a contribuir al desarrollo económico, social ni ambiental (sustentabilidad).
Según los expertos, esto es resultado de no tener una estrategia clara ni un análisis de la situación.
Esta es una investigación de la iniciativa dataMares y EL UNIVERSAL, una alianza entre periodistas y científicos.
Son recursos públicos que funcionan como apoyos para “desarrollar un subsector productivo, competitivo y sustentable que contribuya a la seguridad alimentaria”, según la Conapesca.
Economistas internacionales especializados en pesca clasifican a los subsidios como el western de Clint Eastwood: “buenos, malos y feos”.
Son aquellos cuya productividad no rebasa las capturas establecidas y tiene un objetivo sustentable. Por ejemplo: investigación, explotación responsable e infraestructura.
Los malos tienen producciones fuera de control y aumentan la capacidad operativa para salir a pescar. Por ejemplo: el combustible.
Los feos son subsidios ambiguos cuyos resultados se desconocen. Por ejemplo: los programas de apoyo a los pescadores, que no promueven la sustentabilidad económica, social y ambiental.
En México dominan los subsidios “malos” y los “feos” a pesar de que la Conapesca tiene como objetivo canalizar recursos hacia una pesca sustentable. Por otro lado, el país está suscrito a la Ronda de Doha de la OMC que prevé la eliminación o reorientación de las subvenciones antes del 2020. A dos años de cumplirse ese plazo, el sector pesquero no tiene avances significativos hacia una política pública que involucre el desarrollo sustentable.
Los reyes del subsidio se ubican en la región del noroeste que captó el 66% de los 7 mil millones de pesos otorgados entre 2008-2015. Mientras otros litorales como el del Golfo de México, El Caribe o Pacífico sur, no pueden alcanzar a estados como Sinaloa.
Expertos critican un reparto inequitativo sin mejorar las condiciones de otros puertos pesqueros, por ejemplo Oaxaca, Guerrero y Chiapas, cuyos niveles de pobreza son los más bajos, según la Coneval.
De los ocho programas de subsidios analizados, los dos subsidios que reportaron las mayores contribuciones fueron el programa de subsidio de combustibles (38.32%) y el programa de modernización de embarcaciones mayores (30.56%), con montos totales de 2,856 millones de pesos destinados para combustibles desde 2011 hasta 2015 y 2,277 millones de pesos para embarcaciones mayores.
Entre estos 8 subsidios, el de combustible es el gasto más alto con casi 3 mil millones de pesos (38%) en el periodo 2008-2015. En la gráfica se muestra la distribución de este apoyo que aumenta las salidas de pesca que conducen a la sobreexplotación. Los economistas internacionales lo consideran “malo” y “feo” porque no tiene un enfoque social, económico y ambiental.
La inversión del gobierno federal, sobre todo en combustibles, no ayuda a promover una actividad sustentable, afirman especialistas.
Sonora y Sinaloa son dos de las cuatro entidades que han recibido el mayor apoyo económico del gobierno federal para el sector, que rebasa los 7 mil mdp en el periodo 2008-2015.