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Subsidian a sardineras que colapsan al medio ambiente

Conapesca impulsó entre 2010 y 2017 a la industria sardinera con 257 mdp. El resultado ha sido la sobreexplotación del recurso y la afectación del medio ambiente en el Mar de Cortés.

Fecha de publicación
31 / jul / 2018



Por. Enrique Alvarado, Alejandro Melgoza y Andrés M. Estrada

Dentro de las casas, a pie de playa, en las afueras de la población, desde hace décadas se esparce un olor insoportable en Guaymas, Sonora. Ningún olfato termina por acostumbrarse, ni siquiera el de pescadores artesanales como José Presiche.


Sardineras explotación

De estatura baja y piel curtida, Presiche, apodado “El Pichi”, nos llevó al origen del hedor en esta parte del Mar de Cortés o Golfo de California: el puerto vecino de Empalme, alejado de la zona turística y donde la pobreza es evidente. Junto a sus trabajadores empujamos la panga y surcamos las aguas con manchas de grasa, hasta llegar a las “purineras” (harineras).

“¡Tuvieron el error de construir las procesadoras de harina dentro de la bahía!”

Ahí otro de los pescadores, José Abraham, señala las plantas procesadoras que secan en hornos a las sardinas que terminarán transformadas en aceite o harina.

En 1930-1940 la pesca de sardina empezó entre Ensenada e Isla Cedros, Baja California; le siguieron Bahía Magdalena, en Baja California Sur, y a finales de los sesenta arrancó la sobreexplotación en el Golfo de California, de acuerdo con estudios de la fallecida antropóloga Shoko Doode Matsumoto.

La actividad descontrolada llevó a la caída de la población de sardinas, clave del equilibrio ambiental, debido a que la industria ganadera demandó la harina para la engorda. El negocio creció y China es hoy su principal cliente, indica la Secretaría de Economía (SE).


La sardina, clave del ecosistema


La sardina es un pez de mar abierto, llamado pelágico menor. Además de ser alimento de mamíferos, peces de mayor tamaño y aves marinas, tiene un valor nutricional importante para el consumo humano.




Sardineras explotación

Sin embargo, la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (Conapesca) ha impulsado a las sardineras, al otorgarles subsidios por más de 200 millones de pesos entre 2010 y 2017, según información de los expedientes 0819700004618 y 0819700004318 de la Conapesca, obtenidos vía la Ley de Transparencia. Los resultados son positivos para los empresarios del sector, pero negativos para el medio ambiente, los consumidores y los recursos públicos.

El doctor Exequiel Ezcurra, de la Universidad de California en Riverside, cuestiona:


“¿Cuál es la lógica de que paguemos impuestos para que un barco se meta al mar a sacar sardina de gran valor alimenticio y dársela de comer a vacas, pollos y cerdos?”


Pelotas de tenis


En el Golfo de California se registró la producción más alta entre 1970 y 1989. Un año más tarde, descendió de 300 mil toneladas a 7 mil, lo que según Ezcurra, marcó “el primer colapso” de la población de sardinas. Luego, en 2013, siguió en picada a 3 mil 500.


Abordo de la panga cruzamos enormes manchas cafés bailando sobre la marea y bolas de grasa del tamaño de pelotas de tenis, a consecuencia de la transformación industrial de las sardinas.


Sardineras explotación

El ecólogo señala dos causas: la pesca intensiva y el calentamiento del Pacífico por arriba del promedio en 1992. El fenómeno de “El Niño” afecta a la especie porque requiere de las corrientes de agua fría del fondo del mar, llenas de nutrientes, para su sobrevivencia y reproducción. La sardina puede tolerar oscilaciones de temperatura, pero si se “suma una pesquería extremadamente intensa, el colapso es muy tenso, de difícil recuperación”, asegura.

Ezcurra expone los descensos en 1992, 1998, 2004 y 2013 y dice:

Sardineras explotación
“Hay un ciclo de seis años, sube y colapsa, que no existía. Las oscilaciones son cada vez mayores. Es una curva exponencial que hará ´crack´”

Y no sólo para la sardina, sino para otras especies, pues la primera origina “condiciones oceanográficas locales al alimentarse y reproducirse”, apunta a su vez Octavio Aburto Oropeza, profesor de la Scripps Institution of Oceanography en San Diego.

En el caso de las aves, cada año arriba medio millón a la isla Rasa en el golfo, donde la gaviota ploma y el charrán elegante ya no encuentran el alimento que requieren para sus polluelos. Ante la escasez, cambiaron su ruta migratoria a California, donde está protegida y regulada la pesca de sardina.



Subsidios


La flota pesquera en Baja California, Baja California Sur, Sinaloa y Sonora, está formada por 95 barcos, según Conapesca. Cada uno almacena entre 80 y 250 toneladas y opera durante más de 10 días en cada salida.


Sardineras explotación

Los peces de forraje como las sardinas, macarelas y anchovetas nadan en cardúmenes, por lo que se capturan en redes de cerco. En México se extraen 533 mil toneladas en promedio por año de sardina equivalentes al 42% de la pesca nacional, generando 480 millones de pesos, según datos de Conapesca en 2006-2017. Pero las verdaderas ganancias están en la harina.

El 75% de la captura se destina a la harina, mientras que 80 mil toneladas anuales se convierten en tres millones de latas, precisa el análisis Estructura territorial de la actividad pesquera en Guaymas, Sonora, de Gonzalo Yurkievich y Álvaro Sánchez, publicado en 2016 por la UNAM.

La SE registró alza en las exportaciones y 2018 sería un año récord.

Según los científicos, mientras que el precio de una tonelada de sardina apenas es de 50 dólares, la de harina asciende a 2 mil dólares, pero se pierde 60% de la biomasa. Este precio lo indicó también la Dirección de Organización y Fomento de la Conapesca en 2011.

Sardineras explotación

Parte de esta actividad fue subsidiada por Conapesca con 257.5 mdp en 2010-2017, para “modernización de embarcaciones” (53%) y “diésel marino” (47%), rubros que no armonizan con los acuerdos internacionales de sustentabilidad suscritos por México. De esos fondos, Sonora recibió 66%, Sinaloa 22.8%, Baja California 7.2% y Baja California Sur 3.7%.

Según el delegado de la Cámara Nacional de la Industria Pesquera en Sonora, León Tissot:

“No es un apoyo que podemos decir que sin él no sobreviviría la industria. No lo dan todo el año, lo dan ciertos meses del año. Otros no lo dan y la industria sigue trabajando normalmente”.


Las consentidas


Hay 28 empresas que reciben recursos para modernización de naves y 50 para combustible (diésel marino). La principal es Mazinsa, ubicada en Guaymas y con 41 concesiones desde 2000, según el Portal de Obligaciones de Transparencia. En su página web afirma que es “la productora más importante de harinas de pescado”.

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Es una filial del Grupo Pinsa, cuyo presidente es José Eduvigildo Carranza Beltrán; se trata de la más subsidiada con 64 mdp (24.8%) del total; produce 35 mil toneladas anuales de harina, 15 mil de aceite y 12 mil de sardina entera.

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La segunda empresa es Guaymex, con 38 concesiones y 28.5 mdp (11%). Su nombre no aparece en la relación de Conapesca, pero sí el de sus filiales Pesquera Costa Roca, Productos Pesqueros de Matancitas, Pesquera Ptacnik y Ptacnik.

El resto registra menos de 20 concesiones y percibe entre 50 mil pesos a 5 mdp. Hay tres beneficiarios con los apellidos Barnetche Valdez, quienes acumulan más de 11.5 mdp (4.5%).

Según Yurkievich y Sánchez, la industria está integrada en “un oligopolio pesquero regional”, en el que ocho firmas son de capital sonorense y dos son sinaloenses. Dos enlatan y el resto procesa el producto.

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Además de ser la más subsidiada y la empresa pesquera mexicana número uno, Grupo Pinsa es propietaria de tres compañías del ramo: Maz Sardina, y Sardison.

Carranza es uno de los 500 empresarios más importantes del país, ubicado en el puesto 256, de acuerdo con la lista de Grupo Expansión en 2017.


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Dudosa certificación


En 2006, las sardineras iniciaron una certificación ecológica con el Marine Stewardship Council (MSC), organismo no lucrativo con sede en Londres que les entrega una etiqueta azul, “coherente” con las normas de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

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Dicha etiqueta avala que el producto viene de un negocio responsable, que cuida el futuro de la población marina y garantiza el suministro y la gestión. Para 2011, el MSC certificó como “sostenibles y bien gestionados” a 36 barcos de la flota sardinera de Sonora y Sinaloa.

Ezcurra, quien renunció al grupo, puntualiza que:

“Empezaron a certificar sardina cuando encontraron que había colapsado. Certificaron la captura de 600 mil toneladas al año como sustentable. Es decir, 20 estadios Azteca llenos de sardina. Eso no es sustentable bajo ninguna perspectiva”.

Aburto Oropeza añade que la certificación no incluye criterios sociales, como el desperdicio de la sardina, cuyo valor industrial por un kilo (cerca de 20 ejemplares) es de un peso, mientras que la pesca artesanal cotiza en un peso cada pieza.

“Las consecuencias de una explotación de este tipo pueden ser muy serias, causando daños irreversibles”.

Doode Matsumoto, 1996

Dos décadas después, el daño es real.

Desde niño, Presiche es testigo del declive ambiental en el Mar de Cortés, en el que escasean otras especies por la falta del alimento base, y se pregunta por qué el gobierno federal no ha intervenido.

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Con el olor nauseabundo, navegamos de regreso entre la “zona muerta”, a unos metros de la costa y las procesadoras. Al principio parecía un mito, pero las palabras de “El Pichi” son ciertas, la depredación convirtió a esta zona en una fosa séptica.




Conapesca responde


Mario Aguilar Sánchez

Mario Aguilar Sánchez, comisionado nacional de la Conapesca, respondió a este diario al cierre de edición que:

“los incentivos tienen un alcance directo al consumidor final; para beneficio y protección de la economía de los 130 millones de mexicanos”

Subrayó además que la harina se emplea principalmente en la acuacultura y no en la ganadería, mientras que la clase de sardina que se destina a la producción de harina, como la piña, no es apta para el consumo humano por el tamaño de sus espinas.

En el marco de las discusiones en la materia en la Organización Mundial del Comercio expuso que:

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“A la fecha los expertos no se han puesto de acuerdo en la definición de los impactos de las subvenciones, por lo que al no existir una definición tan básica, tampoco se ha avanzado en acordar si deben ser eliminados, ni cuáles”.

Aguilar Sánchez añadió en cuanto a la contaminación por los desechos de las plantas que la industria sardinera de Sonora y Sinaloa cuenta con firmas certificadas por la Secretaría de Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales como “empresa limpia”.

A su vez, Luis Bourillón, representante del Marine Stewardship Council en México, apuntó que la pesca de sardina en el Mar de Cortés “ha pasado por un proceso riguroso de revisión”, en el que aún hay 16 puntos por mejorar.

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