Muertos sin nombre

Entre 2010 y 2015, se calcula que en la ciudad de México fallecierón más de 2 mil personas sin que se conociera su identidad. Lee la historia

De estos, 224 fueron víctimas de homicidio. Explora los Datos





En una ciudad con dos mil 105 muertos anónimos, registrados en los últimos cinco años, siempre habrá un nuevo cuerpo que reconocer.

Las cifras no disminuyen. Cada año, entre 2010 y enero 2015, cerca de 400 cadáveres, en promedio, fueron registrados como “Personas Desconocidas” por el Incifo





La tarde del 23 de marzo, una niña de dos años fue encontrada en el interior de una maleta deportiva. La imagen era inenarrable, tenía fuertes golpes en el rostro y presentaba señales de abuso sexual. La calle Berlín, en la colonia Juárez, un barrio de clase media en la Ciudad de México, fue el destino final de la pequeña.

  Al día siguiente, la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) publicó un retrato hablado de la menor solicitando información que “ayudara a la identificación de la niña”, pero nadie llamó.

  Vecinos y activistas repartieron volantes por la zona. La fachada de un edificio abandonado fue usada para montar un pequeño altar en su honor exigiendo justicia y que se resolviera el caso. Cinco meses después, todo ha desaparecido. Las fotos y veladoras se han ido. Los habitantes de la zona poco recuerdan. Nadie sabe exactamente dónde estaba la maleta y menos si hubo algún detenido.



 
 



El homicidio de la pequeña quedó en el olvido. Hasta la fecha no se conoce su nombre y su cuerpo continúa en los refrigeradores del Instituto de Ciencias Forenses (Incifo) de la capital esperando que alguien la reconozca.

  Así como este caso, del que sólo se sabe que vestía con dos playeras, una blanca con rosa y puntos rojos y otra amarilla, y un pantalón del mismo color, más de dos mil personas han muerto en la Ciudad de México, de 2010 a enero 2015,  sin ser identificadas. Son los muertos sin nombre, sin familia, a los que pareciera que nadie les llora.

El registro es variado:
  Hombre. 35 años. Homicidio. Localizado en la delegación Álvaro Obregón. Destino: Panteón Dolores.

  Mujer. 26 años. Atropellamiento. Localizada en la delegación Cuauhtémoc. El vehículo se dio a la fuga. Destino: Universidad Autónoma de México.

  Sin sexo. Menos de 24 semanas de gestación. Muerte neonatal. Localizado en la delegación Miguel Hidalgo. Destino: Panteón Dolores.

  Y así, sucesivamente, avanza la lista. Cada año, entre 2010 y enero 2015, cerca de 400 cadáveres, en promedio, fueron registrados como “Personas Desconocidas” por el Incifo. Sus historias de vida quedaron reducidas en unas cuantas líneas que integran los registros del Instituto.





Repartición de Cuerpos



En una ciudad con dos mil 105 muertos anónimos, registrados en los últimos cinco años, siempre habrá un nuevo cuerpo que reconocer. Los hombres de bata blanca que laboran en el Incifo realizan un arduo trabajo para intentar obtener todos los detalles de “los olvidados”, como algunas personas los llaman.

Algunos de los cuerpos son llevados a la fosa común, ubicada en el Panteón Dolores, otros a la Escuela Médico Militar y  los demás se dividen en las facultades de medicina de diferentes universidades con las que el Incifo tiene convenio, entre ellas la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el Instituto Politécnico Nacional (IPN), la Universidad Westhill y la Universidad Anáhuac, entre otras.

  El 50% de estos cuerpos que no han sido identificados desde el 2010 no tuvieron como primer destino el cementerio. Mil 081 de los “no reconocidos” se fueron a los distintos centros educativos. La UNAM es el lugar al que han llegado más. Casi 800 cadáveres fueron utilizados para las prácticas médicas de la institución.

  En entrevista para EL UNIVERSAL, el doctor Sebastián Manuel Arteaga Martínez, Jefe del Departamento de Anatomía, comenta que el 95% de los cadáveres que ingresan a la facultad llegan del Incifo.

  Una vez que llegan a la UNAM, los cuerpos se quedan en refrigeración por diez días. Después se les somete a un tratamiento de conservación a base de diferentes soluciones que se les inyectan en el cuerpo y así evitar el proceso de putrefacción. Personas que no cuentan con nombre ni apellido ayudan a los futuros médicos a aprender anatomía.

  El préstamo tiene una fecha límite. No se pueden quedar con ningún cadáver más de 11 meses. Al finalizar este tiempo los tienen que llevar al lugar del olvido: la fosa común.





Destino final



El panteón Civil de Dolores, ubicado entre la sección dos y tres del Bosque de Chapultepec, es uno de los más importantes del país. Al caminar sobre este campo santo, se observan tumbas que yacen desde hace más de un siglo. Entre más te adentras, la vista agradable se va difuminando, se pueden ver tumbas con el pasto sin cortar o cajones vacíos que fueron abandonados cuando realizaron una exhumación.

  En sus 240 hectáreas hay una dualidad permanente que separa a los muertos. Ahí se encuentran inhumados los restos de gente ilustre como Diego Rivera, Agustín Lara y Dolores del Río, incluso hay lotes destinados a personas de Italia, Francia y España. Pero al fondo, en donde la mayoría de la gente ya no llega, están los restos de siete mil personas de las que no se sabe nada.

  Este cementerio del Distrito Federal es el único que cuenta con una fosa común. Este espacio tiene una superficie de ocho mil metros cuadrados y en él existen 300 fosas, que dependiendo la profundidad y el tipo  de terreno, pueden ser de cuatro a cinco metros con tres metros de ancho y tres metros de largo, cada una.

  Cada mes ingresan de 60 a 80 nuevos “no reconocidos”. El director de Políticas de Gobierno de la delegación Miguel Hidalgo indicó a El UNIVERSAL que cada fosa, tiene capacidad para sepultar aproximadamente de 90 a 100 cadáveres, provenientes del Instituto de Ciencias Forenses, de la Universidad Nacional Autónoma de México y del Ejército.

  El año pasado, este campo santo recibió al número más alto de cadáveres sin nombre. Un total de 295 cuerpos fueron enterrados con solo una placa en el dedo gordo del pie que los identifica con un número de expediente. Si un día alguien los busca, esa ficha será la única forma de reconocerlos.