El molino La Jalisciense tiene una antigüedad de 90 años y fue iniciada por el tío del señor Alberto López. Foto: Magalli Delgadillo
Este negocio es famoso por su harina fresca para la elaboración de tamales. Foto: Magalli Delgadillo
El señor Agustín Esquivel (izquierda) tiene más de 30 años trabajando en el molino a cargo de Alberto López (derecha). Todos los días atienden con amabilidad a los clientes. Fotos: Magalli Delgadillo
Arturo López se encarga de preparar el maíz para pozole. Incluso le piden en grandes cantidades y ha llegado a cocer 100 kilos en un día. Foto: Magalli Delgadillo
La Molinera El Progreso tiene una antigüedad de 70 años. El comercio fue iniciado por los papás de César Girón, actual encargado. Foto: Ariel Ojeda
Parte del equipo de trabajo de César para realizar las labores para hacer mole. Foto: Ariel Ojeda
El primer paso es limpiar los chiles (se les quita la “patita”). Foto: Ariel Ojeda
Ya limpios, se juntan en un costal para, posteriormente, ser molinos. Foto: Ariel Ojeda
El proceso de molienda consiste en tres pasos: en el primero se tritura sólo el chile. Foto: Ariel Ojeda
El proceso de molienda consiste en tres pasos: en el primero se tritura sólo el chile. Foto: Ariel Ojeda
Después pasa por una segunda pulverización, pero se le agregan más ingredientes como almendras, piñones, pasas, entre otros. Foto: Ariel Ojeda
Cada mes, los jóvenes realizan el trabajo para obtener 300 kilos de mole. Foto: Ariel Ojeda
La preparación suelta un aroma agradable que invade gran parte del lugar donde se prepara. Foto: Ariel Ojeda
El último paso es poner el mole en el molino de piedras que le agrega un sabor especial. Foto: Ariel Ojeda
Finalmente, los productos llegan a las manos de los clientes, casi listos para consumir. Foto: Ariel Ojeda