Hace 10 años, la Ciudad de México aprobó la despenalización de la interrupción del embarazo para que las mujeres pudieran tener un aborto seguro.
La reforma provocó un debate entre la Iglesia y el gobierno que llegó incluso a las denuncias. EL UNIVERSAL te presenta quiénes fueron los personajes involucrados y el contexto en el que se inscribió la despenalización.
Todo comenzó por mi relación, era en ese momento una relación muy insana, demasiados problemas y demasiada destrucción. Mi ex pareja y yo tuvimos relaciones, siempre usábamos el clásico método coitus interruptus, nos funcionó durante mucho tiempo (aunque obvio no es nada recomendable).
En esos días tuvimos un problema muy fuerte porque él se enteró que en una ocasión que nos dejamos yo tuve un novio y tuve relaciones con él. Yo, al ser una mujer codependiente le pedí perdón y le pedí que se quedara conmigo, lo hizo. “Me perdonó”; recuerdo bien cómo sucedió. Yo llegué a su departamento y le dije que había comprado ropa interior linda, pero él estaba enojado aún y simplemente dijo “ve a ponértela”, subimos al cuarto y tuvimos relaciones, pero al momento de la eyaculación él no se salió. Yo obviamente vi cómo tuvo el orgasmo, pero fue muy raro, me quedé helada, así que le pregunté “¿qué pasó?”, “si ya sabes qué pasó”, fue su única respuesta.
Yo me quité de encima y no supe qué hacer. Él se levantó y comenzó a vestirse, según recuerdo alguien iría a verlo, un amigo suyo. Cuando se puso enfrente de mí me dijo “ve de lo que soy capaz para que te quedes conmigo.” Sí, embarazarme. Yo lloré, pero me interrumpió; ya había llegado su amigo.
Me hice la prueba, salió positiva; me hice otra que sacó el mismo resultado. Hubo frases como “no quiero a ese niño si no sé ni si es mío”, “ni yo quiero un hijo de ti”. Finalmente decidimos (más de mi parte) que no lo tendríamos. No era justo. No era necesario. No era posible. Mi entonces pareja comenzó a buscar empresas privadas que hicieran el proceso del aborto. Fuimos a una cita en un despachito en donde según “te ayudaban” al proceso y era una vil mentira.
Finalmente, a pesar del poco dinero que teníamos vimos en internet una empresa llamada Yashué que no estaba mal en cuanto a precio. Mi novio acordó la cita. Fuimos un día por la mañana. Primero hablaron con nosotros respecto al embarazo, me hicieron una prueba para ver que no estuviera anémica. Después me hicieron un ultrasonido. Y me preguntaron si quería ingerir pastillas o que me hicieran el legrado.
Decidí las pastillas. Las tomé, sangré un poco. Pero no salió todo el producto, así que me dijeron que debían hacerme el legrado para no dejar ningún residuo. Fue un proceso doloroso, no voy a mentir, incluso la médica que me atendió me dijo que sentiría el dolor de una contracción.
Al finalizar el proceso me levanté, según recuerdo, y me llevaron a una sala, me dieron té y me pusieron una compresa caliente en mi vientre. Después de un rato me dijeron que ya me podía ir. Ese día lloré por el dolor y porque me sentía culpable. Le he contado a sólo 2 personas aparte de mi ex, no son de mi familia, son amigos, me han brindado su apoyo, no me han juzgado y me han apapachado cuando les cuento la historia.
No me arrepiento. Sé que hice lo correcto y que ese/a niño/a si hubiese nacido viviría un horror en estos momentos. Yo actualmente trabajo, pero seguí con mis estudios después de eso y planeo seguir haciéndolo, cuando esté lista y me sienta plena con una pareja tal vez tenga algún/a bebé.
Creo que la despenalización del aborto fue muy importante, para esas fechas en el entonces D.F. ya era libre hacerte el aborto, sólo si eres menor de edad piden acompañamiento (como fue mi caso). Siento que es mega importante que se siga despenalizando; mujeres como yo o en situaciones peores necesitan que este servicio esté libre, que puedan hacerlo sin críticas y con toda la seguridad posible porque es un derecho. Debemos poder decidir si queremos o no ser madres y cuándo serlo. Niñas, adolescentes y mujeres adultas tenemos embarazos no deseados, razones hay miles, pero todas deberíamos poder decidir.
Recién divorciada. Peleando la pensión alimenticia. No quería y no podía mantener un hijo más. En el momento no lo dije a nadie. Solo al otro involucrado que no volvió a hablarme después de enterarse.
Estaba muy asustada recorrí por lo menos 5 clínicas públicas. Desconocía el proceso. En todas debía llegar de madrugada para alcanzar ficha. Había mucha demanda en todas. Mujeres muy jóvenes entre los 20 y 25.
Una amiga médico después del quinto fracaso habló con un amigo suyo para que me admitieran en otra clínica nueva en Tláhuac, ya que estaba todo muy saturado. Y yo estaba ya por cumplir el periodo seguro.
Si repercutió, ya que pude darme cuenta de la forma en que yo ejercía violencia contra mí. Repitiendo patrones aprendidos de la infancia y que reproduje después en mis relaciones.
Siempre estuve a favor del derecho a decidir. No del aborto, en otras circunstancias no lo hubiera hecho.
Después de abortar hablé con mi familia, sólo con los más cercanos todos estábamos muy tristes, lo superamos. Mis hijos vivos no lo saben. Pongo ofrenda el Día de Muertos para recordar que no debo olvidar amarme.
Cuando aborté tenía 25 y una relación violenta, el novio de aquellos tiempos me maltrataba física y emocionalmente, había golpes, insultos, abuso sexual, constantemente era forzada a tener prácticas sexuales con las que yo no me sentía cómoda.
Cuando me enteré del embarazo me llené de miedo, no sabía cómo iba a reaccionar él, así que decidí abortar. Al principio lo callé todo por miedo, por la presión, sin embargo una de mis hermanas me apoyo hasta el final, y gracias a ello, pude interrumpir un embarazo no deseado y terminar con esa relación violenta.
A diez años de la despenalización del aborto, puedo decir que gracias a ello pude hacerme la Interrupción Legal del Embarazo (ILE) en una clínica pública sin temor a sufrir alguna represalia jurídica.
El método fue rápido y pude irme ese mismo día a casa. Sigo pensando que fue una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida, nunca me he sentido culpable porque realmente no estaba en condiciones de tenerlo y no quería truncar mi vida académica.
Aún queda mucho trabajo por hacer en materia de derechos sexuales y reproductivos, pero la despenalización influyó mucho a que las mujeres cada vez se empoderen de su cuerpo y sus decisiones.