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Los matices de la tragedia

Relatado por: Fermín Salgado Rosas

La brecha temporal inherente a la edad que tengo, en relación al sismo de 19-S-85 me hace entender la tragedia sísmica del 85 como un acontecimiento con matices fabulosos que fracturó centenares de vidas, al tiempo que marcaba a una generación que platicaba el mismo a voz de pánico y respeto luctuoso a víctimas y héroes; respeto que el 19-S-17 a mis 25 años aprendí a dimensionar.

Corría la calurosa tarde de ese martes aún patrio, cuando en mi comercio ubicado entre dos concurridas escuelas, se atendía a alumnos, maestros y padres de familia que entre cartulinas, lápices y demás útiles escolares no pensábamos en el misterioso coincidir de esta existencia, que ese día nos enseñó a algunos, al tiempo que recordé a otros la potencia de nuestra amada y sísmica tierra. Un ligero mover del suelo se percibió en el mostrador, mientras la exclamación entre sonrisas estupefactas era: ¡Está temblando!, en cuestión de sólo algunos segundos y ya en la muy concurrida calle, el bullicio de los que ahí se congregaban para asistir a la escuela o trabajo, ensordecía mientras el crujir del pavimento y el violento mover de los autos estacionados "sazonaban" la trágica escena con el inconmensurable sentir de aquel sismo que derribaba las mercancías de aquellos vendedores que en aquel martes pretendían allegarse de recursos vendiendo diversos productos al centenar de personas que en ese momento pensaban sólo en "sobrevivir" el suceso sin precedentes que parecía no tener fin; círculos de personas abrazadas en medio de la calle 8 este en el municipio de Jiutepec, terminaron por sorprenderme más que el mismo evento, pues padres de familia y maestros, la sociedad, mi México; aminoraban la tragedia buscando aún sin conocer a los niños, protegerles con la fuerza de su abrazo grupal de lo que nadie podía controlar.

La sociedad mexicana tan desgastada, tan golpeada, tan distante de sí misma, se unificó para anestesiar el sufrir que se estaba viviendo; el suelo dejaba de moverse al tiempo que la taciturna gente miraba el polvo que se levantaba ante nuestros cristalizados ojos, mientras bardas destrozadas caían a nuestro al rededor, los consuelos se fortalecían, mostrándome que aquellas "fábulas ochenteras" son reales y están vigentes y que esta patria de mil héroes es más grande que nuestra limitación y más fuerte que 7.1 grados en la escala de richter.