Mi corazón en Xochimilco Hace más de 15 años que no vivo en México, son muchos años pero no hay un solo día que no extrañe mi país, mi familia, mi gente. Me hacía tanta falta estar ahí que decidí viajar para celebrar el 15 de septiembre con mi familia. Viaje sola, mis hijos y mi esposo se quedaron en Colombia, al fin sólo viajaría unos cuantos días para dar el grito, comer chiles en nogada, y por qué no? ir al concierto de Timbiriche.
Era tan fuerte mi deseo de estar en México que viaje sólo para poder sentirme en casa. Sólo eran 4 días, mi corazón necesitaba estar en mi país y así fue. Mi viaje de retorno estaba programado para el 19 de septiembre, estaba revisando que todo estuviera listo en mi bolsa: "pasaporte, cartera, dulces...", revisando con un nudo en la garganta porque mis papás me observaban como me estaba alistando para marcharme nuevamente.
En ese momento comenzó todo, el sentimiento de confusión y miedo... mi mamá me protegió y solo ella y yo logramos salir, "papá, papáaaaa, mi papá!" gritaba yo desesperadamente.
"Dios mío, protege a todos por favor..". Todos estábamos bien. Mi corazón quería estar en México, estaba en México y me quedaría en México, ese era mi lugar. No retorné a Colombia hasta varios días después, mi Xochimilco me necesitaba y no quería estar en ningún otro lugar que ahí. Sin agua, luz y comida, pero ahí debía estar yo: con mis padres.
No cabía duda, Dios me había permitido viajar porque sabía que mi lugar estaba en las filas humanas que llevaban víveres a San Gregorio, en las filas humanas con cubetas para sacar escombros, y en el abrazo de apoyo a familia lejana que hace tanto que no veía pero que llevo en mi corazón. No fue fácil retornar, mi mamá antes de partir me dio su escapulario y su bendición: "cuídate hija, no te preocupes, estaremos bien".