En 1985 tenía 11 años, estaba en 1° de Secundaria, era la primer clase, aún no había llegado el maestro y estábamos solos, cuando de pronto comenzó a temblar, no recuerdo haberlo sentido tan fuerte, solo me asomé por la ventana y me quedé sorprendida como los árboles se doblaban y casi llegaban al piso por el movimiento, cuando salimos al patio me di cuenta que se levantó un poco el piso y se había caído un barandal, ese día nos dejaron salir temprano y me di cuenta que la colonia era un caos, no había luz, agua, gas, teléfono, mi papá llegó de trabajar por la tarde y trajo un periódico que había comprado, me quedé impresionada con las imágenes, no podía creer lo que estaba viendo: edificios destruidos, (como si hubiera caído una bomba), mucha gente ayudando a rescatar a los heridos, dolor, muerte, fue cuando nos dimos cuenta de la magnitud de la tragedia.

Al día siguiente por la tarde-noche volvió a temblar, seguíamos sin luz y vimos que el cielo cambiaba a color rojo, amarillo y anaranjado, ya sabíamos lo que había pasado y estábamos traumados, pensamos que era el fin del mundo. 32 años después volvimos a recordar la tragedia, sonó la alerta sísmica y no era un simulacro, en verdad estaba temblando, lo sentí como si hubiera sido 3 veces el del 85.

Eran las 13:14 y estaba caminando por la calle a unas cuadras de la escuela de mi hijo que estaba por salir, me asusté mucho y mientras seguía temblando corrí a la escuela pensando lo peor pero me sentí bendecida cuando vi todo estaba bien y solo había sido el susto, sin embargo; se repitió la historia, la ciudad se volvió un caos: gente asustada corriendo por la calle, perros extraviados, tráfico, no había transporte, luz, teléfono, mientras caminábamos hacia la casa no daba crédito a lo que escuchaba, rumores que se habían caído edificios, no podía creerlo, cuando llegamos a la casa, llamé a mis familiares y gracias a Dios todo estaba bien y solo había quedado en un buen susto.