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Fragilidad y fuerza

Relatado por: María Teresa Luna Pérez

Fragilidad y fuerza. A diferencia del 19 de septiembre de 1985, el sismo del 19/S del 2017, me encontró como profesora de Lenguaje y Comunicación del Plantel 06 "Vicente Guerrero" del Colegio de Bachilleres, escuela de nivel medio superior ubicada en Iztapalapa, y que atiende una matrícula de aproximadamente 8 mil estudiantes en sus dos turnos. El 6 de septiembre de 2017, estuve en la escuela cuando por error se activó la alerta sísmica alrededor de las 18:00 horas; mientras los estudiantes bajaban de los edificios y nos concentrábamos en la explanada del Colegio bajo una tupida llovizna, y los compañeros profesores y los alumnos compartían sus paraguas, empecé a considerar la responsabilidad que las autoridades de una escuela enfrentan durante una contingencia, por lo que al día siguiente, 7 de septiembre, a pesar de lo fuerte del terremoto nocturno y de sus impresionantes luces, agradecí el hecho de no estar en horario de clases y el de tener reunida a mi familia.

El 19 de septiembre, como todos los años, se organizó a la comunidad del plantel para llevar a cabo el simulacro. No logramos el tiempo récord, algunos estudiantes bajaban con mucha calma, tomando fotos con sus celulares o bien, bromeando entre ellos, los profesores les pedían que se tomaran las cosas en serio, sin embargo, nuestros estudiantes tienen en promedio entre 15 y 18 años y son muy jóvenes para valorar la magnitud de lo vivido en 1985? Dos horas después, a las 13:14 horas de ese martes y mientras se estaban concluyendo las clases del turno matutino, y los estudiantes salían de la escuela, empezó a temblar, así sin avisar, sin los 60 segundos que nos da la alerta sísmica, y entonces en cuestión de minutos, la vida que hasta entonces teníamos, se quebró, no sólo a nivel físico, sino también espiritual. Por un tiempo que pareció muy largo, y que pasó al ritmo del sonido de la alarma sísmica, la naturaleza nos sorprendió, y nos recordó lo frágil y vulnerable que es nuestra existencia.

No volvimos a clases sino hasta un mes después, durante ese tiempo, las autoridades del plantel: Directora, Subdirectora, Jefes de Academia, trabajadores administrativos y docentes, nos convertimos en un verdadero equipo, nuestro plantel no sufrió daños estructurales, pero requirió mantenimiento, por lo que fueron cerrados dos edificios; el ciclo escolar 2017-2018 fue diferente a cualquier otro, pero la fragilidad humana puede transformarse en fuerza, así fue como enfrentamos las dudas y los temores, y es como hasta ahora hemos trabajado.

La vida no ha vuelto a ser la misma, pues ahora estamos construyendo una cultura de protección civil. El 16 de febrero, durante las clases del turno vespertino sonó la alerta sísmica, docentes y estudiantes evacuaron con orden y rapidez los edificios. Esto nos da confianza. No podemos impedir que tiemble, ni lo podemos predecir, pero sí podemos aprender y generar conciencia. En la medida que no olvidemos que somos vulnerables, seremos fuertes.