E staba en una reunión de trabajo en un piso 15 en la Condesa. No padezco vértigo ni miedo a los sismos, así que me pareció demasiado raro que el piso comenzara a brincotear, hasta que me asomé a la ventana y empecé a ver cómo se movía todo.
Al parecer fuí el primero en darme cuenta del temblor porque me paré y salí corriendo a las escaleras de emergencia. La gente reaccionó demasiado tarde porque cuando estaba corriendo hacia el piso 8° apenas se empezaban a levantar de sus lugares y ubicaban en las zonas de concentración. En esas escaleras se sintieron unos “ alones" impresionantes.
Los que bajábamos nos caímos y nos golpeamos en la cabeza en los barandales. Para entonces ya estaba demasiado fuerte el temblor así que me fui a gatas a un baño y me metí bajo un lavabo. Todo el edificio tronaba mucho y los gritos de la gente me convencieron que ahí me quedaría.
No podía dejar de pensar en mi esposa y mi perrito, ya que bajando intenté hablar por el celular y no servía nada. No saber si estaban bien me puso peor.
Cuando bajó la intensidad salí y explotó un tanque de gas en la esquina de Xola e Insurgentes. Eso me hizo sentir en un episodio apocalíptico. Ví a un par de hombres bajando a trancazos a una mujer de su auto, así que me hizo sentir nuevamente miedo por mi esposa, por lo que salí corriendo a su oficina después de tratar de bajar a los ladrones del auto.
Encontré a mi esposa en un punto de reunión (El Ángel de la Independencia), como habíamos acordado si pasaba algo en la CDMX. Fuimos a la casa de mis suegros, a unas cuadras del Colegio Rébsamen, así que obviamente me apunté de voluntario.
Al principio me tocó estar en una cadena humana pasando polines y tarimas. Después organizaba las cadenas de cubetas con cascajo. Para las 2 am estaba apuntalando un pequeño túnel cerca de la oficina de la Directora y sacamos dos cuerpos. De verdad estuve en shock cuando ví los uniformes con polvo. Me quedé ahí 3 días. A veces era el que cargaba una carretilla con aguas para todos los marinos y voluntarios; otras, era el que acompañaba a los padres a recibir información en una casa frente al Colegio donde se instaló una pequeña Morgue.
Pero a veces era el que buscaba las herramientas que me pedían los topos. No me sentía bien sentado o descansando 5 minutos; siempre tenía que estar haciendo algo útil, así que aprendí a soldar tubos con pies de metal. No me quitaba de la mente que podíamos hacer más o que había miles de personas todavía en los escombros, así que no dormía e invitaba en las redes a hacer más.
A la fecha a muchos amigos y familiares les he contado en específico de cómo buscar mesas, camas o escritorios no es lo mejor, ya que en México las lozas de concreto son demasiado pesadas, así que les aconsejo que vayan a las zonas de seguridad cerca de los muros de carga o de preferencia salgan si no están en edificios altos. Aprendí demasiado de esa experiencia, pero sobretodo me conmoví de ver gente que con lo poco que tenía daba sin esperar nada más: aguas, sándwiches, picos y palas o su trabajo incansable. Cuando se trata de ayudar a más mexicanos ¡somos los mejores!