E l 14 de septiembre yo ya había terminado un trabajo por escrito, estaba por llamarle a mi amiga Luz para informarle pero pensando en las fiestas patrias lo dejé para después, pero ese después nos sorprendió a todos el sismo del 19 de septiembre de 2017, de un momento a otro había emergencia en toda la ciudad, todos paramos labores al menos un par de días por lo ocurrido. Yo también me paralicé emocionalmente tratando de recuperar la calma, hasta los primeros días de octubre pude escribir mi percepción ante lo ocurrido, lo comparto:
Ya pasaron varios días de ese 19 de septiembre de 2017 que tembló mi corazón se quedó “apachurrado", no pude llorar, me alteró el ambiente que se estaba viviendo, salí del trabajo cuando parecía que ya había manera de moverse en el transporte público pero no, no había Metrobús sobre Insurgentes Sur, el carril confinado para ese servicio justo hacia el sur estaba saturado de ambulancias, patrullas, trascabos, había una movilidad inhabitual, también en el aire, uno o varios helicópteros dando vueltas sin parar, había mucho ruido en general, pero recuerdo en particular el ruido de sirenas de las ambulancias como música de fondo acompañando a cientos de personas caminando sobre ambos sentidos de la Avenida Insurgentes Sur, algunas personas iban aprisa, otras más lento, con una característica en particular de que todos o casi todos, iban con teléfono en mano, supongo que queriendo localizar a sus seres queridos, al igual que yo, y aunque yo iba caminando a la par de un mar de gente por unos instantes me sentí sola, perdida, mi corazón iba agitado como si me estuvieran siguiendo, las emociones a todo lo que da, entre lo que pasó, entre lo que estaba pasando, solidaridad inmediata, gente trepada y hasta el tope de lleno en transportes privados, camiones de carga, y así para donde volteara a ver, ¡Había un caos en la ciudad!.
¡Qué difícil fue ese día salir de la ciudad! , me fui con la tristeza en los hombros de saber que hubo catástrofes en diferentes colonias, y yo con prisa, con el único objetivo de llegar a Ixtapaluca a abrazar a mi hijo de doce años que esperaba en casa. Con el paso de los días me di cuenta, que el sismo también me puso una sacudida emocional bien fuerte, la aparente depresión que anduve cargando por varios meses por mis problemas de deudas, disminuyó de golpe por el sismo, me di cuenta que lo que me pasa, se minimiza comparado con lo que les sucedió a toda la gente que resultó afectada, me di cuenta que a los despachos de cobranza les importo muy poco la emergencia de la ciudad y no paraban sus llamadas a todos lados, me di cuenta de lo expuestos que estamos todos ante la muerte y me di cuenta que esos recordatorios son para hacer lo que tenemos que hacer y ya no dejar nada para después.