Museógrafo, diseñador, maestro, diplomático y humanista, Pedro Ramírez Vázquez forjó un estilo arquitectónico caracterizado por su funcionalidad social y estética. Fue heredero de los estilos precolombinos y de las estructuras arquitectónicas de la Nueva España.
En 1944, a los 24 años y recién titulado de la Escuela Nacional de Arquitectura, fue enviado por Jaime Torres Bodet, secretario de Educación Pública de ese entonces, a fungir como jefe de zona a Tabasco para la construcción de edificios escolares. En los años 70 fue elegido como el primer rector de la UAM y de 1976 a 1982 fue secretario de Asentamientos Humanos y Obras Públicas.
“Los juegos olímpicos, como evento deportivo representan las hazañas físicas del hombre contemporáneo; como evento cultural, recuerdan y registran su huella a través del tiempo; así, los jóvenes podrán reconocer los rasgos comunes que los unen, la juventud sabrá apreciar que se les reúna no sólo para competir y convivir, sino también para presenciar como todos los aspectos y recursos de su época son susceptibles de aplicarse en mantener viva la esperanza de la paz; el ideal olímpico de que los pueblos, a través de sus jóvenes, aprendan a vivir en armonía, coincide con la tradición humanista del mexicano.”
“Es conveniente conocer la experiencia de quien vive la obra arquitectónica; para ello, la crítica deberá revestirse de una sinceridad y honradez extrema, para escuchar lo que opina la familia de su habitación el obrero y el industrial de su fábrica, el maestro y el alumno de su escuela, el enfermo y los enfermos de sus hospitales, etc.”
Ramírez Vázquez, en Juegos Olímpicos del 68.
"El público vive esas obras (de Ramírez Vázquez), las disfruta pero también las sufre frecuentemente; de ahí surge su natural interés por la crítica arquitectónica y su insistencia en involucrar, de manera inexcusable, al usuario"
Ramón Vargas Salguero, arquitecto e investigador de la UNAM
“Es necesario apuntar tres edificaciones que sobresalen por estar destinadas a eventos importantes y grandes concentraciones: el Estadio Azteca, de 1965, notorio por la eficiencia de su funcionamiento; la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, de 1975, que concentra la principal fe religiosa de México; y el Congreso de la Unión, donde se asienta nuestra esperanza democrática”
Louisse Noelle Grass, historiadora del arte
Dolores Martínez Orralde, arquitecta
Mauricio Rocha, arquitecto