El cáncer de piel se origina en las células de la piel. Algunos otros tipos de cáncer surgen en otras partes del cuerpo y pueden propagarse a este órgano, aunque éstos no son reconocidos propiamente como cánceres de piel, de los cuales existen tres tipos principales: de células basales (carcinomas de células basales), de células escamosas (carcinomas de células escamosas) y melanomas.
Los cánceres de células basales y de células escamosas son los tipos de cáncer de piel más comunes. Ambos se detectan principalmente en las partes del cuerpo expuestas al sol, como cabeza y cuello. Se relacionan fuertemente con la exposición solar que haya tenido una persona. Tienen menos probabilidad de propagarse a otras partes del cuerpo, pero si no son atendidos, pueden crecer más e invadir los tejidos y órganos cercanos, ocasionando cicatrices, deformidad e incluso pérdida de la función de alguna parte del cuerpo.
Los melanomas son cánceres que se originan de los melanocitos, las células que producen el pigmento marrón que le da a la piel su color y que también pueden formar crecimientos benignos (no cancerosos), como los lunares. Al igual que el cáncer de células basales y de células escamosas, el melanoma casi siempre es curable en sus etapas iniciales. No obstante, si no se atiende, el melanoma tiene más probabilidad de propagarse a otras partes del cuerpo, donde es más difícil de tratar.