El dióxido de carbono, un componente crítico del ciclo del carbono de la Tierra, es el principal gas de efecto invernadero de origen humano.
Los gases de invernadero atrapan el calor del sol dentro de la atmósfera de la Tierra, calentando la superficie del planeta y ayudando a mantener las temperaturas habitables desde los polos al ecuador.
El aumento de dióxido de carbono de las actividades humanas, por la quema de combustibles fósiles y la deforestación en particular, ha desvirtuado el ciclo natural del carbono de la Tierra, provocando un aumento de las temperaturas superficiales globales.
OCO-2 sustituyó a un satélite de la NASA casi idéntico que se perdió a causa de una falla del cohete en febrero de 2009 durante su lanzamiento.
Este satélite es una nueva fuente de observaciones científicas globales sobre cómo se distribuye el dióxido de carbono. El satélite opera a 705 kilómetros de altitud, en una órbita casi polar.
Forma parte de una constelación de seis satélites internacionales que vigilan la Tierra: Aqua, CloudSat, CALIPSO, Aura, GCOM-W1 y OCO-2.