Después del terremoto en la Ciudad de México en 1985, PEMEX perforó seis pozos para la elaboración de nuevas normas de construcción y se descubrió que en el subsuelo profundo podría estar otro acuífero, una teoría que ya se había manejado desde la década de los setenta.
Hace tres años, cuando se iniciaron los trabajos en el pozo de San Lorenzo Tezonco, había temor por no encontrar agua de calidad aceptable a profundidades de más de mil metros, pero finalmente los resultados fueron satisfactorios.
Para la verificación de diversas teorías acerca de la disponibilidad de agua en los acuíferos profundos se requieren trabajos de investigación científica como la definición de unidades litoestratigráficas y la caracterización química, bioquímica e isotópica de aguas.
Después de los pozos de Magdalena Mixhuca, se tiene contemplado seguir con las exploraciones a través de tres pozos más en zonas al Sur de la Ciudad de México como podrían ser Xochimilco y Milpa Alta.
Instituciones como CONAGUA, SACMEX, PEMEX y UNAM (Instituto de Ingeniería e Instituto de Geología) participan en los proyectos de exploraciones de los acuíferos profundos. Para los expertos hay un evento multiplicador en el conocimiento que puede ser aprovechado por los estudiosos en otras áreas como sismología, vulcanología y evolución geológica.