Un eclipse solar total presenta una buena (y muy rara) oportunidad para observar la corona y la cromósfera, las dos capas más externas de la atmósfera del sol. En circunstancias normales, el amarillo brillante de la superficie del sol, la fotosfera, es la única que se puede observar. Pero durante un eclipse, la luna bloquea la luz intensa, permitiendo a los científicos estudiar la atmósfera solar en su totalidad.