En la actualidad se siguen utilizando principalmente los pluviómetros como sensores in situ que se basan en un principio mecánico desarrollado hace cinco siglos, basado en la acumulación de agua de lluvia en un recipiente. Sin embargo, el desarrollo tecnológico ha permitido la creación de sensores de última generación, como los disdrómetros láser, que permiten medir número, diámetro, volumen y velocidad en la caída de las gotas.