Los sincrotrones son aceleradores de partículas que permiten ver estructuras moleculares gracias a la poderosa radiación emitida por electrones que viajan a velocidades cercanas a la de la luz. Es utilizado para la investigación de ciencias básicas como en física, química, ciencias de los materiales, cristalografía y biología molecular.

La luz de sincrotrón ofrece una gran cantidad de métodos de espectroscopía desde la infrarroja hasta los rayos X, difracción y difusión. Estas cualidades ayudan en la investigación en ciencias aplicadas, como la farmacología; de hecho, fue precisamente gracias a una herramienta de este tipo que se logró el diseño del oseltamivir (conocido comercialmente como tamiflú), profármaco fundamental durante la epidemia de H1N1 en 2009.

Utilizando las instalaciones del Sincrotrón de Shanghai (SSRF), se determinó la estructura molecular del virus SARS-CoV-2 al inicio de la pandemia y los esfuerzos por desenmascarar totalmente al enemigo para crear un fármaco que abone en la lucha continúan en otros sincrotrones, como el Diamond Light Source, ubicado en el Campus de Ciencia e Innovación en Harwell, Oxfordshire, en Gran Bretaña.