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El deseo sexual cambia a lo largo de la vida y tiene variaciones relacionadas con las concentraciones hormonales, el estado de salud general y los cambios psicosociales. Las variantes no necesariamente suponen disfunción.

La medición de la disminución del deseo y la ansiedad puede realizarse por especialistas mediante herramientas validadas como la escala de angustia sexual femenina (FSDS, por sus siglas en inglés), y el índice de la función sexual femenina (FSFI).

La baja en el deseo sexual femenino puede estar relacionada con trastornos biológicos como enfermedades de tiroides e hipófisis, cambios metabólicos, afecciones neurológicas; así como enfermedades crónicas como cáncer y trastornos cardiovasculares, entre otras.

Otros procesos de predisposición a la baja del deseo sexual son trastornos como la depresión y la ansiedad, así como cuestiones relacionadas con el abuso físico, el estrés o el cansancio. En estos casos el tratamiento de flibanserina es totalmente innecesario.

La FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de los EE. UU) caracteriza al TDSH como “un bajo deseo sexual que causa una angustia o dificultades interpersonales considerables y no está relacionado con una enfermedad médica o psiquiátrica coexistente”.

En EU se aprobó el Addyi (flibanserina) para tratar el trastorno del deseo sexual hipoactivo generalizado (TDSH) adquirido en mujeres premenopáusicas.