Carlos Carsolio

Octavio Meyrán fue referi profesional de boxeo durante 24 años.


Ariel Velázquez - Universo Deportivo / EL UNIVERSAL

Es el 11 de febrero de 1990 en Tokio Japón. En el décimo round de la pelea estelar, el desconocido James “Buster” Douglas conecta un uppercut que ocasiona que la nuca de Mike Tyson bese su espalda  por  la sacudida. Una ráfaga de golpes rectos terminan con la violencia de Tyson, que en la lona luce como un bebé aprendiendo a ponerse de pie. Hincado, “Iron Mike” apenas puede morder de lado el protector bucal y se levanta sólo para ser abrazado por el mexicano Octavio Meyrán, réferi que contó los últimos 10 segundos del fin del reinado del hombre más malo del boxeo.

Con sus brazos y pecho, Meyrán sujeta los 90 kilos que en ese momento casi son peso muerto de Tyson. Su invicto terminó en los puños de un desconocido que subió al ring con las apuestas 42-1 en contra, pero también con la carrera del mexicano que nunca volvió a estar en una pelea de campeonato por las represalias contra el trabajo que hizo aquel día en Tokio.

En el octavo asalto, Tyson envió al suelo a Douglas con un potente uppercut. "Buster" se levantó a los nueve segundos. Pero para el equipo del campeón, Meyrán realizó un conteo largo que sobrepasó los 10 segundos. Esa percepción no se la perdonaron al capitalino, que se fue perdiendo de los encordados hasta que el 26 de marzo de 1992 presentó su renuncia a la licencia de réferi que le otorgó la H Comisión de Box del Distrito Federal.

“Me volví referi para incrementar mis ventas de pantalones de mezclilla”


De esa forma terminó el andar como tercero sobre la superficie de Octavio Meyrán, que contabilizó 30 peleas de campeonato mundial entre las que se encuentra la histórica del “No más” cuando Roberto “Manos de piedra” Durán no quiso seguir adelante ante “Sugar” Ray Leonard.

Una carrera de réferi que comenzó con la imitación de Ernesto Magaña, con quien Meyrán empezó a trabajar en la venta de pantalones de mezclilla cuando tuvo que regresar de Estados Unidos al no poder reglamentar su situación migratoria.

“La razón por la que yo me adentré en el boxeo fue por imitar a Ernesto Magaña. Un año después de regresar de Estados Unidos (1968) me adentré en la venta de pantalones de mezclilla con Ernesto Magaña, quien también era réferi. En una ocasión que lo acompañé a un viaje a Veracruz me di cuenta que todo el mundo lo reconocía por su trabajo en el boxeo, entonces me dije 'si voy a entrar al negocio de las ventas y al maestro Magaña lo conocen sus clientes por el boxeo y le va muy bien, entonces yo también voy hacer lo mismo'”, declaró Meyrán.

Lo que en un principio para Octavio Meyrán sólo era una herramienta para incrementar sus ventas , se convirtió en una pasión que lo llevó a dirigir cientos de combates en México; además tuvo la oportunidad de visitar Japón, Corea, Inglaterra y en varias ocasiones Estados Unidos, donde adquirió el mote del “mejor réferi del mundo”.

“En mi comienzo muchas personas me arroparon, a pesar de que mi primera experiencia fue terrible porque cometí un tremendo error. Mi primera aparición fue en los Guantes de oro que se organizó en la Arena Revolución. Sin conocer el reglamento me echaron para arriba. Le paré la pelea a un boxeador, aunque era poca la sangre que le salió, por ese error me bañaron de todos los líquidos habidos y por haber, fríos y calientes. Así aprendí”.

Pero el baño de cerveza, orines y otras sustancias no detuvo el ímpetu de Meyrán, quien con 24 años de edad se adentró a la Arena Coliseo no a ver boxeo, sino la forma en que se desenvolvían los réferis.


“Toda la vida he sido un hombre de retos. Muchos pensaron que estaba loco por lo que me había pasado, pero afortunadamente en una semana aprendí a moverme arriba del ring, Aprendí el reglamento profesional y empecé a trabajar con cuatro funciones por semana; dos profesionales y dos amateurs”.

El 2 de octubre de 1968, Octavio recibió su licencia como réferi de boxeo profesional. A los nueve meses de aquella fecha marcada en el historial de México por lo que sucedió en Tlatelolco, Meyrán recibió su primera oportunidad en una reyerta de importancia.

“Me tocó estar en la pelea de Ultiminio Ramos contra un filipino que se llama Rudy González en la Plaza México”.

El boxeo cada vez se fue adueñando más de la vida de Meyrán, quien se fue a vivir a Monterrey para trabajar. A dos años de vivir en la capital regiomontana vivió su primer pleito por un título mundial.

“La empresa que daba las funciones en el Distrito Federal organizó la pelea de José “Mantequilla” Nápoles contra Adolph Pruitt en la Plaza Memorial, que ganó por nocaut. Me acuerdo porque regresaba de cuando Miguel Canto se hizo campeón nacional”.

A pesar de que cada vez era más requerido en arenas de todo el país, Meyrán no desatendió su faceta de representante de ventas, pues de réferi en la época de los 70 cobraba de 130 a 500 pesos.

“No se podía vivir con ese sueldo. Por más que tuvieras una pelea de campeonato, porque sólo podías tener una o dos al año”.

La pelea de Mike Tyson


"Es una triste historia para mi,
porque marcó el final de mi carrera”

“Un "error" de 200 millones de dólares”


En 1980 Octavio trascendió fronteras al estar en el choque entre el nicaragüense Alexis Argüello y Rubén Castillo, en Tucson, Arizona. Como en cascada, las llamadas para trabajar en los encordados no pararon para el mexicano que estuvo en grandes reyertas que protagonizaron Marvin Hagler, Jean Laporte, Wilfredo Gómez, Héctor Camacho, Azumah Nelson, entre otros.

Hasta que el 11 de febrero de 1990 en Tokio, la fortuna de Tyson y Meyrán se terminó.

La derrota adentró a Tyson a un tobogán del que deportivamente ya no salió y al mexicano en el ocaso, pues para los promotores, el que no cuidara al campeón, les costó 200 millones de dólares.

“Nos hizo perder un negocio de 200 millones de dólares, así me lo dijo a grito abierto José Sulaimán. Don King estaba que echaba espuma por las orejas, por la nariz y por todos lados, pero a mí nunca me atacó”, recordó.

Y es que el plan de Don King era que Mike Tyson se midiera con Evander Hollyfield, apenas superara el “entrenamiento” que representaba Douglas, pero todo se vino abajo con el uppercut que demolió al hombre más malo del boxeo.

Además de los recuerdos, de esa noche don Octavio Meyrán conserva el protector bucal de Mike Tyson, que alguna vez le quisieron comprar en 10 mil dólares.

Cada fin de semana Meyrán se encarga de puntuar las peleas que transmite Televisa