Vania Ramírez, de 27 años, solía trabajar en la Secretaría de Educación de la CDMX hasta que fue víctima de acoso sexual por parte de un directivo. “Desde que sufrí esa experiencia, sentía que para nosotras como mujeres es más difícil todo. Estamos un paso más lejos de lo que están los hombres”.
Empezó trabajando como becaria en un proyecto de alfabetización. “El salario era un apoyo y eran 3 mil pesos mensuales. Fui creciendo con ellos, tuve muchísima suerte, pero el crecimiento que obtuve en tres años no era suficiente para que yo pudiera independizarme”.
Sin embargo, la falta de recursos no fue el detonante para que Vania dejara su trabajo. “Sufrí acoso sexual por uno de los jefes de mis jefes, denuncié se hizo todo un protocolo. Y yo tuve que decidir si invertía mi poco dinero y esfuerzo, el tiempo de mi vida y de mis emociones en una demanda judicial. Cuando sabía que yo estaba en una desvantaja social, porque comparados mis ingresos contra los de la persona que yo estaba demandando, era muy difícil que tuviera éxito”.
Meses después, la joven se enteró de Laboratoria, un emprendimiento social donde le enseñan a las mujeres a programar durante seis meses y a trabajar en equipo. Vania comparte el salón de clases con otras 70 mujeres. “Fue un reto que me gustó mucho porque he tenido la apertura para conocer a las chicas. Aunque llevo siete semanas, siento que ya somos una familia, y eso es algo que no me había pasado”.
Vania estudió Filosofía y Letras y aunque desde que estaba en la carrera, le interesó la programación no sabía cómo podía acercarse a estos temas. “Siempre me encantó esa rama, pero no encontré en mi universidad un camino para llegar a ese punto. Existe en la UNAM una carrera actualmente de Ingeniería Lingüística, pero está enfocada a las personas que salen de una ingeniería. En ese punto era muy difícil para mí desde un lado de humanidades entrar”.
En México, sólo 16% de las mujeres profesionistas son graduadas en Ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas contra el 39% de hombres que estudian esas carreras, de acuerdo con el Reporte de Brecha de Género del Foro Económico Mundial.
La joven apenas tiene unos meses en Laboratoria, pero una de las cosas que más le ha sorprendido es el método de aprendizaje del proyecto. “Esperaba la clase a la que estamos acostumbrados. Llega el profesor al aula universitaria, él se la pasa hablando la mayor parte del tiempo. Cuando llegué a Laboratoria nos enseñaron que tú eres quien va a aprender. Tú eres el responsable de tu aprendizaje”.
Para llegar a sus clases, Vania hace dos horas camino, “pero no se me hace pesado porque vengo con mucho ánimo. El traslado se me olvida. No me cuesta trabajo levantarme en la mañana. Es tan motivador llegar a un lugar donde te están esperando para hacer equipo y ayudarte”.
La joven cree que aprender programación e involucrarse en la tecnología no debería ser exclusivo de quienes estudian ingeniería. “No lo piensen mucho. Hay que hacerlo, independientemente de la profesión que hayan elegido.La forma de acercarnos al mundo es aprender tecnología”.
Para el 2030, el 60% de los empleos de hoy dejarán de existir debido a la automatización, principalmente en los sectores textiles y manufacturero donde serán reemplazados por robots. Y siete de cada diez niños en este momento deberán prepararse para empleos que todavía no existen en el mundo, de acuerdo con la consultora global McKinsey & Company, Inc.
Aunque Vania apenas lleva unos meses en Laboratoria, tiene altas expectativas sobre su futuro. Sabe que es importante transformar los espacios donde las mujeres para que tengan mejores oportunidades y se erradiquen las prácticas de acoso y violencia, como la que sufrió en gobierno.
“Aunque el área educativa está dominada por las mujeres, en el área gubernamental, los puestos más altos son exclusivamente dominados por hombres, y las mujeres que estaban, yo me daba cuenta que sus capacidades en toma de decisión estaban totalmente mermadas”, concluye.
