Cuya presidenta es doña Hilda Hurtado, quien a los 68 años de edad reitera que su pueblo nunca ha estado de acuerdo con la forma en que el gobierno federal decretó en 1993 una reserva de la biósfera que violó sus usos y costumbres, al limitar su actividad pesquera.
La casa de doña Hilda, una descendiente de los cucapá o “pueblo del río”, está a un costado del delta del Río Colorado, que se une al Alto Golfo de California, entre la entidad peninsular y Sonora.
Uno de los rasgos característicos de esta cultura, que nació hace 500 años, es el liderazgo que ejercen las mujeres a la par de los hombres.
Tras la creación de la reserva federal, su pesca fue decomisada y algunos dirigentes cucapás, incluyendo al hijo de Hurtado, resultaron detenidos, lo que detonó el apoyo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) En 2007 arribó a la zona el subcomandante Marcos, para acampar durante dos meses e intercambiar experiencias sobre la resistencia pacífica
Si bien el objetivo de la reserva es proteger a la vaquita marina y la totoaba, dos especies endémicas en peligro de extinción, doña Hilda y otras lideresas, como Juana Aguilar y Susana Sáinz, recalcan que se estableció “donde pescábamos, sin consultarnos, en un territorio ancestral”.
La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) ha investigado el caso e hizo recomendaciones a autoridades pesqueras y ambientales.
Catalina López Sagástegui, directora del Programa Marino del Golfo de California en la Scripps Institution of Oceanography de la Universidad de California en San Diego, puntualiza que
“las autoridades no reconocen los derechos que este pueblo tiene de pescar ni de permanecer en su territorio”, lo que ha generado un conflicto que reproduce la lógica del despojo y de la invisibilización”.
Entre febrero y abril, los cucapás se trasladan a El Zanjón, población en el Valle de Mexicali dañada desde el sismo de 2010, para capturar curvina golfina y otras especies. En la antigüedad utilizaban balsas de tule y cachanilla; hoy zarpan con pangas de fibra de vidrio a la marea, ya que el represamiento del Colorado por el gobierno de EU provocó una escasez.
La pesca no sólo forma parte de sus usos y costumbres, también la comercializan para sobrevivir. En 1983 formaron legalmente la cooperativa. Sin embargo, las estadísticas oficiales no distinguen a las pescadoras indígenas en unidades económicas, situación que se repite a lo largo y ancho del país.