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Proteger la identidad y prevenir la discriminación

Historia trans Niños

Infancia trans

Por: Valeria Román / Argentina


“Los adultos transgénero están más en la televisión, en los documentales, en las protestas por reclamos por sus derechos. Pero detrás de cada adulto trans, hubo un niño o una niña trans que no fue visibilizado en el pasado. Ahora empezamos a desarrollar un nuevo lenguaje que posibilita escucharlos”, dice a Tangible Mónica Nuñez, quien nació en México, reside en los Estados Unidos y es co-presidente de la organización Familias por la Diversidad Sexual. Nuñez es madre de un joven que expresó su identidad como hombre trans a los 12 años y orienta a familias de toda América Latina.

“Al principio, con mi marido, salimos a informarnos. Fue difícil porque nos sentíamos muy solos. Pero seguimos adelante. Sabemos que si los hijos trans experimentan rechazo por parte de sus familias, tienen más probabilidad de que consuman alcohol en exceso, drogas de abuso, tengan conductas sexuales sin protección, y están en mayor riesgo de suicidio. Ningún padre o madre puede querer sufrimiento para sus hijos. Por eso, lo mejor es priorizar el amor, conversar y acompañar al ritmo que ellos o ellas quieran ir”, expresó Nuñez.

A partir de la movilización de la comunidad trans de adultos en reclamo por el respeto a sus derechos, durante la última década hubo familias que reconocieron la identidad transgénero de sus hijos en América Latina. La comunidad científica y médica también está dando un cambio en su mirada. Y a partir de la visibilización de las infancias trans, salieron a la luz las necesidades que estaban negadas.

Luana, logro mundial

El caso inicial en el mundo fue el de Luana, que vive en Buenos Aires y tiene 12 años. Es la primera niña trans en el mundo que obtuvo en 2013 su cambio de identidad registral sin recurrir a la justicia. La madre de Luana, Gabriela Mansilla, creó la organización Infancias Libres para ayudar a otras familias. Hoy lucha para que las escuelas incluyan y respeten a las niñas y los niños trans. Recientemente, difundió una encuesta a 100 padres o madres que se acercaron a su organización. Reveló que el 46 por ciento de las chicas y los chicos empezaron a manifestar su disconformidad con el género asignado al nacer cuando tenían entre 1 y 4 años; un 31 por ciento, entre los 5 y los 8 años.

En la Cámara de Diputados de Ciudad de México, hay un proyecto de ley para que las personas trans con menos de 18 años puedan rectificar su acta de nacimiento mediante un procedimiento administrativo en el Registro Civil. Si bien rige la ley de identidad de género en Ciudad de México desde 2015, no contempla a menores. En julio pasado, un varón trans de 15 años se convirtió en el primer adolescente en Ciudad de México que obtuvo una nueva partida de nacimiento con un trámite administrativo en el Registro Civil. Fue con apoyo de su madre, Tania Morales, abogada, activista y presidenta de la Asociación por las Infancias transgénero y cofundadora de Familias Trans.

En Chile, en septiembre del año pasado, se sancionó una ley de identidad de género, pero la Fundación Selenna que defiende a las infancias trans realizó un reclamo público días atrás para advertir que la norma “dejó fuera a quienes más necesitan la protección de una Identidad que les haga ciudadanos”. Esa organización, presidida por Evelyn Silva, abrió una escuela en Santiago para que los niños y niñas trans podrán sentirse contenidos y seguir estudiando. La escuela lleva el nombre de la activista muxe mexicana Amaranta Gómez Regalado como homenaje a su lucha por los derechos de las personas trans. En tanto, en Ecuador, una pareja logró una sentencia de la Corte Constitucional para cambiar la cédula de identidad de su hija trans y creó la Fundación Amor y Fortaleza para dar orientación a otras familias.

Aceptación para salvar vidas

“La visibilización de las infancias trans es un hecho importante que está sucediendo en América Latina. Las personas adultas a las que les hicimos una encuesta tuvo su develamiento antes de los 10 años. La niñez trans existe y fue invisibilizada”, cuenta Adrián Helién, médico psiquiatra y director del Programa de Asistencia a Personas Transgénero del Hospital Durand de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. “Al visibilizar la niñez trans se pone en juego una mejor calidad de vida para las niñas, los niños y adolescentes trans. La aceptación por parte de las familias salva vidas: la no aceptación aumenta el riesgo de suicidio”, subraya.

“Desde la medicina, se está empezando a cambiar el enfoque de la atención a las niñas y a los niños trans. Antes, ni siquiera se hablaba. Estamos haciendo un cambio cultural al considerar que es esperable que atendamos a personas trans en la infancia y en la adolescencia”, cuenta la médica Cristina Catsicaris, integrante del Grupo de Trabajo sobre sexualidad, género y diversidad en el curso de la vida de la Sociedad Argentina de Pediatría. En muchos casos del pasado, los profesionales de la salud hacían una derivación a médicos psiquiatras o a los psicólogos. Históricamente, se ofrecían terapias conductistas o psicodinámicas para promover que se identificaran con el sexo asignado al nacer. Sin embargo, hay estudios observacionales realizados en Holanda que demostraron que el malestar con el género asignado al nacer no cambiaba después de acceder a ese tipo de “terapias”.

El cambio de enfoque en la comunidad médica se impulsó más cuando en junio de 2018 la Organización Mundial de la Salud anunció que se iba a dejar de considerar a las personas trans como si tuvieran un trastorno patológico. “Lo recomendable hoy es escuchar a las niñas, los niños y a los adolescentes si dicen que no se sienten cómodos con su género asignado al nacer. Lo importante es que las familias estén abiertas a escuchar y luego a acompañar en la transición hacia ser llamado como quieran”, afirmó Catsicaris.

El riesgo de los tratamientos

Con respecto a la aplicación de los procedimientos de reafirmación de género, como la hormonización y las cirugías, la investigación científica ha sugerido cautela. En adultos, existe evidencia que demuestra que ese tipo de intervenciones pueden ayudar a las personas trans a mejorar su calidad de vida y sentirse bien. NO las buscan por cuestiones estéticas. Pero en la infancia y la adolescencia trans, las investigaciones aún son pocas. “La escasez de estudios en adolescentes podría ser porque las hormonas de reafirmación de género y las cirugías han sido sólo usadas en adolescentes desde fines de los años ochenta hacia los noventa, y el acceso continúa restringido y variable en ubicaciones geográficas diferentes”, escribieron los autores de una revisión que se publicó en junio pasado en la edición impresa de la revista especializada Lancet Diabetes & Endocrinology. La revisión fue liderada por un investigador de renombre mundial, Florian Daniel Zepf, de la Universidad de Western Australia. Todavía no está clara la seguridad de procedimientos que pueden ser parcial o totalmente irreversibles en personas menores de 18 años.

“En la actualidad, se está rompiendo con el modelo hegemónico tradicional por el cual los médicos indicaban recetas a sus pacientes sin explicar cuáles eran los beneficios, los riesgos y las diferentes opciones de tratamientos-remarcó la doctora Catsicaris-. En ese contexto, la atención de la niñez y la adolescencia trans también implica que se realice la toma de decisiones compartidas y que se favorezca su autonomía. Ya hay niñas, niños y adolescentes que expresan explícitamente que no se sienten conformes con su género asignado al nacer, pero que manifiestan que no quieren cambiar sus cuerpos. En la medida en que las familias los acepten y acompañen, es probable que menos personas quieran decidirse por las intervenciones en sus cuerpos en el futuro”.

De la autora
Valeria Román

Valeria Román Periodista científica independiente. Fue Knight Science Journalism Fellow en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) en 2004-2005 y becaria del Programa de Periodismo Médico de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2003. Escribe sobre ciencia, ambiente y salud para publicaciones como la revista Science (Estados Unidos), Infobae.com (Argentina), Scidev.net, y la revista Forbes Argentina. Es coautora del libro Darwin 2.0 La teoría de la evolución en el siglo XXI. Ha sido expositora en encuentros sobre periodismo y comunicación en Corea del Sur, Canadá, México, Qatar, Estados Unidos, Inglaterra, España, entre otros países. Fue vicepresidente de la Federación Mundial de Periodistas Científicos (2009-2011).

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