El inevitable recuento

La pandemia, con sus innumerables trastornos sociales, económicos y educativos, ha sido un desafío para las personas que normalmente no son propensas a la tristeza; pero quienes desde antes del Covid-19 tenían problemas de salud mental no diagnosticados o tratados correctamente, se vuelven aún más vulnerables a que se les sumen otras manifestaciones clínicas que más allá de la tristeza, evidencien una depresión.

El peso de la pandemia

La OMS define a la depresión como un trastorno mental que se caracteriza por la pérdida de interés o placer en cosas que antes resultaban atractivas, sentimientos de culpa o falta de autoestima, trastornos del sueño, sensación de cansancio y falta de concentración. Dificulta la capacidad para afrontar la vida diaria y en su forma más grave, puede conducir al suicidio. Cuando tiene carácter moderado o grave se pueden necesitar medicamentos y psicoterapia profesional.

Depresión

La pandemia evidenció la gravedad de los trastornos mentales sin un abordaje adecuado, pero el reto es mayúsculo en un país con pocos psiquiatras y un presupuesto limitado no sólo para capacitación que incluya una mayor sensibilización en médicos de primer nivel para reconocer este tipo de problemas, sino también en educación para que la población en general pueda abordar el tema de los trastornos mentales sin estigmas.

Retos en salud mental