En tres años, 24 municipios del Estado de México vieron como se explotaban decenas y decenas de montañas y cerros hasta convertirlos en cráteres rojos y blancos, para alimentar de tezontle y basalto las obras del Nuevo Aeropuerto de Ciudad de México. Los 10 municipios con más bancos pétreos concentran 174 explotaciones, en una superficie total de poco más de mil 500 kilómetros cuadrados, menos del 10% del 22 mil 500 kilómetros cuadrados del Estado de México.
Además de afectar a la salud de los vecinos y a su tejido social, hacer desaparecer montañas para convertirlas en hoyos tiene serias afectaciones al medio ambiente. La doctora y bióloga María de los Ángeles Valdés, ya jubilada, escribió un análisis para el Consejo Consultivo de Ciencias, el órgano permanente de consulta del Gobierno de México a través de Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.
En él explica que “la zona del lago de Texcoco, antiguo lugar de depósito de las aguas de escorrentía de la inmensa cuenca del Valle de México, se hunde varios centímetros por año sin que haya construcciones encima debido a la sobreexplotación del acuífero”. Para evitarlo, “las constructoras del NAICM buscaron materiales que absorban el agua del subsuelo de dicha zona”, es decir, el tezontle.
“Han encontrado varias montañas de tezontle en el Estado de México, montañas llenas de árboles que se están deforestando para extraer el material”; una deforestación que impide la recarga adecuada del acuífero. Todo esto en los alrededores de CDMX, una de las ciudades con mayor riesgo de quedarse sin agua potable en el futuro. “Los bosques son reguladores de las condiciones climáticas necesarias para el desarrollo de la agricultura, proporcionan el hábitat o albergue para los animales silvestres y son fundamentales para el bienestar del organismo humano”, finaliza
Mientras la minería a cielo abierto está más que estudiada, encontrar documentos al respecto de los bancos pétreos de materiales para la construcción es más complicado. El texto Impacto ambiental de proyectos carreteros. Efectos por la explotación de bancos de materiales y construcción de cortes y terraplenes, elaborado por la empresa TÜV Rheinland de México para el gobierno de Quintana Roo, es de los pocos disponibles.
Como impactos, destacan que los suelos pierden toda su vegetación y vida, se agotan los recursos, modifican los sistemas de drenaje naturales en las aguas subterráneas, la recarga de los acuíferos, así como la contaminación del aire por los gases emitidos por la maquinaria y el traslado de los materiales y las partículas generadas durante la extracción.
David Delgado, profesor de Agroecología en la Universidad de Chapingo, a las afueras de Texcoco, ha estudiado específicamente los diversos problemas ambientales que ya ha traído el Nuevo Aeropuerto a la zona.
“Calculamos que son entre 160 y 200 cerros afectados, que ya no van filtrar agua al interior. Al quitar la vegetación y el tezontle, rompen el equilibro ecológico que tiene el cerro, que permite que se recarguen los manantiales subterráneos”, explica
“Varios de los ríos, al ser revestidos, causan que la zona sea más seca y haga más calor. También, si quitas barreras naturales como los cerros, vas a tener fenómenos más frecuentes de viento extremo”, dice. Este último aspecto es corroborado por vecinos de Tepetlaoxtoc, que hablan de tolvaneras cada vez más frecuentes.
“La verdad”, reflexiona, “no sé por qué ha sido tan odiado el lago de Texcoco. Todo el mundo lo lleva intentando desaparecer desde los tiempos de Porfirio Díaz, cuando lo mandó secar”.
La misma sensación de inquina desde la Administración tiene América del Valle, nativa de Atenco e hija de Ignacio del Valle. Igual que su padre encabezó la resistencia contra el Nuevo Aeropuerto del ex presidente Vicente Fox, ella fue la líder del Frente de Pueblos durante la campaña Yo prefiero el Lago, que puso enorme presión mediática para la cancelación del Nuevo Aeropuerto de Peña Nieto.
“Es un daño tremendo que muy pocos conocen”, explica Del Valle
“Ahora queremos el resarcimiento, enmendar lo más posible todos esos daños, y que nos garanticen que el aeropuerto no va a volver una tercera vez. Hay cerros que quedaron destruidos, convertidos en verdaderos cráteres, que no se van a poder resarcir”
“El daño que hicieron es regional”, asevera
“Aquí hay culpables, con nombres y apellidos, empezando por el ex presidente Peña Nieto y siguiendo por los altos cargos y las distintas jerarquías del Gobierno, todo en colusión con empresarios y mafias de empresarios”
Y sentencia:
“Para nosotros, el resarcimiento no es solo ecológico, también pasa por el castigo y la justicia para los responsables”