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Miércoles 10 de febrero de 2016

EL UNIVERSAL

U6

PAPA FRANCISCO EN MÉXICO

Orgullo.

El Taquito

exhibe el menú que se

sirvió a Juan Pablo II y ha sido firmado por

cardenales que han ido al lugar.

De visita en

la escuela

b

El 30 de enero alumnos del

“Instituto Miguel Ángel” pasaron

un momento inolvidable al recibir

la visita del líder de la Iglesia Ca-

tólica. Los saludó con afecto y les

dijo que veía en ellos “la espe-

ranza prometedora de la Iglesia y

de la nación mexicana del ma-

ñana”. Un coro de 200 niños in-

terpretaron la canción

Amigo

de

la autoría del brasileño Roberto

Carlos, que marcó el pontificado

del “Papa viajero” y que años des-

pués se convirtió en un himno.

Segunda visita.

Después de 11

años, Juan Pablo II regresó a México

del 6 al 13 de mayo de 1990, fue re-

cibido por el entonces presidente

Carlos Salinas de Gortari con quien

tuvo un encuentro privado. En este

viaje, beatificó al indígena Juan Die-

go y a otros devotos católicos en la

Basílica de Nuestra Señora de Gua-

dalupe. Tras un siglo de distancia-

miento y casi dos años de negocia-

ciones, en este sexenio se logró el

restablecimiento de las relaciones

diplomáticas entre El Vaticano y

México. El Papa visitó Veracruz,

Aguascalientes, Jalisco, Durango,

Chihuahua, Estado de México, Nue-

vo León, Tabasco y Zacatecas.

Gonzalo

Garduño

chef que le

cocinó a Juan

Pablo II

Unmenú

polaco

enCDMX

MAURIZIO MONTES DE OCA

[email protected]

D

uranteunadesusvisitasaMé-

xico los cocineros del restau-

rante

Mazurka

fueron elegi-

dos para saciar el hambre de Juan Pa-

blo II conunadegustaciónquehasta la

fecha venden con éxito en la colonia

Nápoles, llamada “menú del papa”.

La cocinapolaca sedistinguepor los

sabores agridulces que acompañan a

las aves como el pato o el ganso, con

alto contenido en grasa que, afirma el

chef Gonzalo Garduño, sirve para mi-

tigar las gélidas temperaturas.

Por 380 pesos un comensal puede

disfrutardelmenúqueconstade11pla-

tillos.Sepuedecomenzarporlassopas,

o bien, con el paté de ganso, la salchi-

cha polaca o el arenque marinado en

aceite y cebolla; para continuar con los

platos fuertes compuestos por el pato

o el ganso y terminar con una crepa

dulce.

Ese mayo de 1990 en la Nunciatura

Apostólica, algo del sabor a México se

coló al paladar de Juan Pablo II: una

bavaresa de guanábana y un arenque

preparadocontoronjasychilehabane-

ro, porque nadie les avisó para quién

cocinarían.

Así conocí a un santo

Cuando terminó de preparar los ali-

mentos, ese día, le pidieron probar los

platilloscomopartedeunprotocolode

seguridad. Minutos después llegó un

helicóptero supo que se trataba de Ka-

rolWojtyla, quienañosmás tarde sería

canonizadocomoSanJuanPabloII.Al

finalizar el evento, hubo quién le ofre-

ció dinero por el gorro y la filipina uti-

lizadas,peroGonzalonolosvendió,las

conservó junto con el escapulario y la

medalla que le regaló el Papa.

b

Dan de comer

al Papa viajero

Relatos de quienes prepararon alimentos a Juan Pablo II en diferentes visitas.

El Taquito

ofreció un menú mexicano y el

Mazurka

sirvió comida polaca

PERLA MIRANDA

[email protected]

Laimagennoescomún.Unhombrepolaco

frente a un menú compuesto por carnitas,

chicharrón, quesadillas, guacamole, conso-

mé de pavo y arroz a la mexicana. Menos

común fue que se trataradel Papa JuanPa-

blo II, que el 27 de enero de 1979 degustó

como plato principal: carne asada a la tam-

piqueña, y de postre; ate con queso y café

de olla.

Ese día no sólo fue vibrante por tratarse

de la primera visita que realizó Su Santidad

a territoriomexicano. Fue memorable por-

quedurantelacomidaorganizadaensuho-

nor,pormonseñorGuillermoSchulenburg,

entoncesAbadde laBasílicadeGuadalupe,

elPapaViajerobendijoel taquitomexicano,

ante dos mil comensales.

Rafael Guillén, dueño del restaurante

taurino

El Taquito

, narra aELUNIVERSAL

que aquella tarde Juan Pablo II probó un

poco de todo, “nos sorprendió, porque pro-

bó el tacode carnitas,muypoquito, porque

él estaba acostumbrado a otro tipo de co-

mida, y cariñosamente tomó el taco y lo

bendijo como

El Taquito

”.

Cómo surgió la idea

Durante una comida demonseñor Guiller-

mo Schulenburg en el restaurante taurino

El Taquito

, ubicado en la zona centro de la

Ciudad de México, se gestó la decisión de

invitar a México a Juan Pablo II, luego de

que éste asumiera el cargo en octubre de

1978, tras el fallecimientodeAlbinoLuciani

(Juan Pablo I).

En el libro

El Taquito, una historia que

contar

, Rafael Guillén Hernández, cuenta

que el encargado de llevar la invitación al

sumopontíficeestuvoacargodel sacerdote

Del Águila, quien se encontraba en el res-

taurante en el momento en el que se le en-

comendó tal misión. Para lo cual invitó a

DonRafaelGuillénparaqueloacompañara

al Vaticano, sin embargo por necesidades

del establecimiento, éste se negó, pero en

tono de broma, le dijo al cura que se llevara

a sus hijos, y el padre aceptó con gusto.

Al viaje asistió Marcos Guillén, con su

amigo Antonio Aceves, y el sacerdote Del

Águila, enrepresentaciónde lamáximaau-

toridaddelaIglesiamexicana.Instaladosen

el avión, el cura sacó un pergamino de un

pequeño tubo, al desenrollarlosepodía leer

que el pueblo mexicano a través de sus re-

presentantes eclesiales, le extendían una

cordial invitación a Karol Wojtyla para que

pisara tierras aztecas.

Por qué

El Taquito

A finales de diciembre de 1978 aún no se

sabíaquiénesprepararíanlosalimentospa-

ra la visita del Papa Juan Pablo II. Las au-

toridades eclesiásticas estaban en búsque-

da del sitio idóneo. En la lista había pres-

tigiosos restaurantes, incluso, chefs extran-

jerosquepreparabancomidamexicana.Pe-

ro fue el 28 de diciembre, cuando el señor

Guillén recibió una llamada inesperada

que, por fortuna, no se trató de una broma

deldíadelossantosinocentes.EsedíaMon-

señor Schulenburg decidió que ellos serían

los encargados de servir de comer al Papa

Juan Pablo II durante la visita que haría en

enero de l979.

Al respecto, Rafael Guillén, cuenta que

“nos platicaba mi papá, que monseñor

Schulenburg, que era clientemuy frecuen-

te, le preguntó si le gustaría darle de comer

a

susantidad.Mi

papáaceptómuygustoso,

la comida era para unas 200 personas. Se

sirvió en la Basílica de Guadalupe”.

El gran día

En

El Taquito

se vivía un ambiente festivo

y de júbilo por la misión de cocinar a Juan

PabloII, todosqueríanserpartede tal even-

to. Para la realizaciónde este banquete par-

ticiparoncercade 30empleados, “recuerdo

que la cocinera, estaba muy emocionada y

nerviosa a la vez, pues todo tenía que que-

dar a la perfección, ese día fue de mucho

movimiento, pero todos estaban entusias-

mados”, detalló Rafael Guillén.

Aquel 27 de enero,más de lamitadde los

trabajadores de

El Taquito

, se trasladaron a

laBasílicadeGuadalupe. Conellos llevaron

los platillos quehabíanpreparadoenel res-

taurante. Los acompañaban estufas portá-

tiles donde calentarían los alimentos.

Al eventoasistieronRafaelGuillénconsu

esposa y algunos familiares, el resto de los

trabajadoressequedóenelrestaurante,con

la alegría de haber sido parte de un acon-

tecimiento de tal magnitud y con la espe-

ranza de que la comidamexicana fuera del

agrado del Papa. Estos recuerdos llenan de

alegría a

El Taquito

.

b

JUAN CARLOS REYES/ EL UNVERSAL

JUAN CARLOS REYES / EL UNIVERSAL

Recuerdos.

Rafael Guillén, dueño del restaurante taurino

El Taquito

, narra a EL UNIVERSAL que Juan Pablo II probó un poco de todo, “nos sorprendió, porque probó el taco de carnitas”.

“Recuerdo

que la

cocinera,

estaba muy

emocionada

y nerviosa a

la vez, pues

todo debía

quedar a la

perfección.

Hubo mucho

movimiento,

pero todos

estaban muy

contentos”

RAFAEL GUILLÉN

Dueño de

El Taquito

ARCHIVO EL UNIVERSAL